Esperma
ENRIQUE MOCHALES
Donar esperma no es tan fácil. El blanco elemento se cataloga a menudo acorde a la educación del donante. En el Cryogenie India Limited (India) sólo aceptan a licenciados. En el Fairfax Cryobank (EEUU), el semen de un posdoctorado cuesta 208 dólares USA más que el de una mera licenciatura. Por otro lado, en el Cryobank München alemán, sólo los médicos pueden ser donantes. Por supuesto, quedan descartados donantes con riesgos de sufrir enfermedades mentales, y algunos gobiernos han prohibido la donación de homosexuales, drogadictos, o personas que hayan copulado recientemente con mujeres subsaharianas o del sureste asiático. Un centro de París sólo acepta donantes con una vida familiar estable. Y los bajitos, los gordos, calvos o feos que quieran donar su esperma lo tienen claro: no los quiere nadie.
Estamos en el comienzo. Empieza la carrera del espermatozoide, una carrera lenta, pues la calidad del esperma a decaído a nivel internacional y se ha reducido un 12% entre 1977 y 1999. Así que para conseguir un esperma más puro, las mujeres pueden recurrir a las muestras de esperma de la generación de sus padres.
Ya sólo queda pensar cómo queremos a nuestro retoño: un varón, atlético, culto, atractivo. Incluso podemos rechazar el esperma del obrero, por considerarlo común, y exigir el de un profesional, o esperma superior. El retrato robot del nuevo ser humano será trazado cuidadosamente por ustedes mismos, y el cryobank se encargará de escoger el semen que mejor se adapte a sus necesidades.
Por supuesto, me dirán, así ya se puede procrear, pero es que, si lo desean, pueden ustedes implantar su óvulo fecundado artificialmente a una madre de alquiler para que su mujer se ahorre el penoso engorro de nueve meses de embarazo, el parto y la consiguiente depresión. Tendrán que escoger cuidadosamente a la madre en una agencia. La madre habrá pasado por implacables procesos de selección dependiendo de su extracción social, de su preparación académica, de su aspecto físico, de su estabilidad mental. Será una madre totalmente sana y robusta: una especie de Venus de la fertilidad de formas voluptuosas. El oficio de madre de alquiler se desarrolla cada día más, sobre todo en los países anglosajones, y parece una alternativa al propio parto. Ahora ser madre sin parir está al alcance de todos. Me refiero al alcance de todos los que puedan pagarlo. Una vez que las enfermeras hayan arrancado de los brazos de la madre de alquiler a su hijo recién nacido, podrá usted llevárselo cómodamente a casa bien empaquetado en una sabanita aromatizada con lavanda.
Seguramente, los que no sepan cuál ha sido el método llevado a cabo para conseguir esa monada de bebé admirarán la esbelta figura de la madre después del parto. Mucho otros dirán: "¡Cómo se parece a su padre!". No será cuestión de sacarles de su error, ya que, por una extraña razón, el hijo tal vez se le parezca.
Así que ya tienen ustedes a su niño presto a ser paseado en un cochecito Silvercross, vestidito a la última moda de Bilbao. En algunos países, tener hijos es cuestión de prestigio. Aquí ha sido cuestión de mucha ciencia y de mucha paciencia. Con su recién adquirido carné de madre podrá sumergirse en las responsabilidades de mantenimiento del bebé, suponiendo, al menos, que el niño no les va a salir rana. Forma parte de un selecto club de escogidos, un ser humano que ha nacido ya con cierto status. Es como si llevase un label de calidad colgando del dedito gordo de su piececito.
En conclusión: si usted, varón, había creído que su esperma serviría para ser donado y para engendrar una excelsa criatura que llegaría a presidente de la CAV, de Euskadi, o Euskal Herria, ahora más de moda, o de los EEUU -y a la que usted no conocería nunca- no se haga ilusiones. La humanidad continúan su estirpe y se inventa su propia evolución, pero pocos están entre los elegidos para sementales. Prometeo ha robado el mejor esperma a los Dioses. Y de ese esperma nacen ahora los héroes. Es, simplemente, una cuestión de selección natural.
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