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Sin límite

JUANJO GARCÍA DEL MORAL La costa valenciana sigue sufriendo los perniciosos efectos de la voracidad urbanizadora que tanto daño hizo en los años del desarrollismo, que nos dejaron una horrible herencia de enormes edificios de apartamentos. Se construye sin cesar, aunque para ello sea necesario arrasar el territorio y esquilmar los pocos espacios vírgenes que nos quedan, y sin tener en cuenta la disponibilidad futura de recursos naturales esenciales, como el agua. La construcción representa una suculenta fuente de financiación para muchos ayuntamientos. Primero, por los ingresos que suponen las licencias de obra -en la localidad alicantina de Torrevieja se conceden unas 6.000 anuales, el doble que una ciudad como Barcelona, por ejemplo-, y después, porque permite cobrar cada año el correspondiente impuesto de bienes inmuebles. La carrera parece no tener fin y las voces que reclaman un desarrollo sostenible son enmudecidas por la fuerza de los hechos. Cualquier excusa es válida para seguir construyendo. Así, las localidades cercanas al parque temático que se levanta en Benidorm han visto la oportunidad y, con la excusa de "completar" su desarrollo urbano, han abierto la mano para permitir la construcción de decenas de miles de viviendas. Y los constructores, encantados, claro. ¿Dónde está el límite?

En algunas localidades costeras han empezado a surgir los problemas derivados de la falta de previsión y la alegría con que se ha alentado ese crecimiento urbanístico. Falta agua -en Xàbia, por ejemplo, lo han sufrido este verano-, las infraestructuras resultan insuficientes -¿hay capacidad bastante para depurar todas las aguas residuales?- y muchos servicios esenciales se quedan pequeños ante la magnitud de las cifras, porque difícilmente se pueden dimensionar para hacer frente a esos picos estivales -sería lo mismo que construir autopistas de ocho carriles para asegurar la fluidez del tráfico en la operación salida de las vacaciones-. Pero todo ello parece no ser suficiente para que la Administración se decida a actuar y para que cumpla con su obligación de velar por los intereses de todos los ciudadanos, y no sólo los de unos cuantos. ¿Hasta cuándo?

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