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El Gobierno británico descarta una "renacionalización" de los ferrocarriles

Isabel Ferrer

John Prescott, ministro británico de Transportes, confirmó ayer que el Gobierno laborista piensa supervisar directamente el funcionamiento de los ferrocarriles para evitar que los beneficios se antepongan a la seguridad, pero descarta su renacionalización. Mientras el Gabinete prepara la nueva ley que aplique su decisión, sigue la búsqueda de víctimas del choque de trenes que el pasado martes causó al menos a 40 muertos.

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La medida evitaría conflictos de intereses como el ocurrido con Railtrack, la empresa ferroviaria privatizada en 1996 y relevada ahora a toda prisa del control que ejercía sobre las vías y su señalización. "Estamos ante un claro conflicto de intereses que ha acabado por anteponer los beneficios contables a la seguridad de los pasajeros", señaló ayer el propio Prescott. Criticado y admirado a partes iguales por su estilo directo y algo rudo, el ministro de Transporte repitió ante las cámaras de la BBC que garantizar la tranquilidad de los viajeros ha constituido siempre su mayor preocupación. "Un equipo de inspectores ferroviarios está investigando ya la labor de Railtrack, que será despojada de todas sus atribuciones en el terreno de la seguridad vial", dijo. La nueva ley que ratificará dicha decisión será discutida en una de las primeras sesiones del Parlamento, que reanuda su labor el próximo 18 de octubre.

Poco después de que Prescott criticara la trayectoria de Railtrack, Gerald Corbett, su director general, decidió contestarle. Según él, el semáforo 109 -cruzado en rojo el martes por el tren de la compañía Thames segundos antes de chocar contra el de la firma First Great Trains- "estaba en perfectas condiciones". Corbett añadió incluso que la señal había superado su última inspección en marzo pasado. Railtrack sería, por tanto, el chivo expiatorio de una tragedia imprevisible.

Tan encendida defensa de su labor no evitará, sin embargo, que el Gobierno releve a la compañía de su labor supervisora. La medida, que Corbett acatará, tendrá carácter inmediato para tranquilizar a la ciudadanía. En cierto modo, la forzada caída de Railtrack tratará también de contrarrestar la dureza de un informe sobre su gestión, elaborado a instancias del propio Gobierno laborista, y que debe ser publicado mañana. Encargado hace un año, dicho estudio llegó a manos del ministro Prescott el pasado martes, día del choque de trenes en la estación londinense de Paddington. Entre sus principales críticas, avanzadas ayer por el dominical The Observer, figura la falta de estrategia y conocimientos técnicos en materia de seguridad vial mostrada por la firma. Las supuestas restricciones impuestas por Railtrack a los fabricantes de trenes para abaratar gastos a costa de posibles accidentes y, en conjunto, la tendencia a dirigir el servicio sólo con fines comerciales completan las notas elaboradas por la comisión que asesora al Gobierno en materia de transportes.

A pesar de que la publicación del informe llega en el peor momento para Prescott, el titular de Transporte ha declarado que no piensa "renacionalizar" los ferrocarriles británicos. Es más, ha advertido a sus partidarios, entre ellos a su compañero de filas, el diputado laborista Martin Salter, de que las privatizaciones de empresas públicas no han terminado. Prescott se refería al servicio de control aéreo, que podría ser vendido por unos 500 millones de libras (125.000 millones de pesetas). "Una buena suma que serviría para modernizar dicho sector y dotarle de los mejores y más avanzados sistemas de seguridad del mundo", dijo ayer.

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Ajenos a las discusiones técnicas, los vecinos de Reading, localidad cercana a Londres, de donde procedía la mayoría de las víctimas del accidente del martes, celebraron por la mañana un oficio religioso en su memoria. Michael Colclough, obispo de Kensington, hizo otro tanto en el mismo aparcamiento de la capital británica que sirviera de improvisada sala de urgencias el día de la catástrofe.

"Hay que apoyar a los dolientes, porque el verdadero golpe moral de la tragedia está aún por llegar", señaló a los fieles. El resto del país celebró ceremonias parecidas, mientras la policía trata de averiguar la suerte de las 64 personas que constan aún como desaparecidas tras la colisión.

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