"Una losa de silencio impide en Cataluña abordar la corrupción"
No debería haber campañas. Me explico: deberían darse explicaciones y debates sobre las opciones políticas todo el año. Entonces no sería necesario este gasto absurdo, fuente de corrupciones. Dicho esto, esta campaña, marcada por los días festivos, tiene un tono muy átono.Pregunta. Ustedes se presentan unidos con PSC-Ciutadans pel Canvi en tres circunscripciones, pero no en Barcelona. ¿Ha entendido la gente este mecanismo de coordinación?
Pregunta. Estas fórmulas están en boga en Europa, por el hecho de que las izquierdas son plurales. También es lo que se ha hecho en Baleares hace cuatro días, en Ibiza y Formentera han ido juntos el PSOE, Izquierda Unida, Esquerra Republicana, Verds, etcétera, y en Mallorca han ido por separado, y gracias a esto han tenido suficientes diputadas y diputados como para ganar en el territorio más conservador. Creo que los electores catalanes pueden ser tan adultos como los de estos países europeos y los de las Baleares.
P. ¿No temen que su proyecto político quede subsumido en otro, el socialista, con mayor representación?
R. Yo empecé a hacer política en la Assemblea de Catalunya, donde todos los partidos políticos debían subsumirse en aras de la lucha contra la dictadura. Después entré en el PSUC, que por definición era la conjunción de socialistas y comunistas para hacer frente a la rebelión militar de 1936 y después para luchar contra la dictadura con gente de muchas posturas ideológicas. Después estuve en primera fila de la Entesa dels Catalans, que ganó por mayoría absoluta en todas las circunscripciones: ERC, el PSC y el PSUC, cada uno con su personalidad, empujando, subsumidos en un proyecto que fue una lástima perder. Cuando uno tiene una personalidad clara, debe apostar por la suma. Y para sumar hay que ser diferente. Mi elector sabe, por ejemplo, que yo no comparto la reforma laboral que hizo el PSOE. Si conseguimos la mayoría y formamos gobierno, sabemos que nuestra función será empujar hacia la izquierda. Seremos los máximos defensores de la escuela pública, de la prestación universal de servicios sanitarios, de la sostenibilidad, de los derechos de inmigración, de la emancipación de los jóvenes, sea a partir de políticas de viviendas de alquiler o a partir de políticas de combate a los contratos precarios. En Cataluña hay unos 150.000 electores de izquierda que no piensan votar, y sólo nosotros podemos rescatarles.
P. ¿Y qué les han hecho ustedes a esos 150.000 electores suyos para que estén tan enfadados y se nieguen a votar?
R. Son gente confundida después de la ruptura de Izquierda Unida-Iniciativa per Catalunya. Las rupturas, en política, tienen este precio.
P. La corrupción ha asomado a la campaña de forma bastante tímida.
R. Nosotros no la hemos denunciado con timidez. A mí me pareció muy superficial lo que hizo Pasqual Maragall con el tema de Javier de la Rosa, al hablar de "una sombra que planea...". Ya sería hora, evidentemente, de que el PSOE y el PSC dieran una respuesta serena sobre los errores que cometieron con Filesa, esto les daría más credibilidad. Pero sobre todo sería hora de que alguien pudiera dar transparencia a todo lo que se llama el clan familiar Pujol y lo que hoy significa la corrupción instalada en la cúpula de la Generalitat.
P. Al cabo de 19 años, Pujol parece inmune a las denuncias de corrupción.
R. Lo de Convergència es muy grave, porque todo un país queda silenciado por un conjunto de intereses, o por miedo, o por chantaje. A partir de una mala interpretación de Banca Catalana, que precisó ayudas públicas por valor de 350.000 millones de pesetas a los ciudadanos, una losa de silencio impide abordar seriamente la corrupción.
P. ¿Tiene relación ese silencio con lo que se ha llamado "el oasis catalán"?
R. Pujol ha jugado muy hábilmente a hacer una especie de fortaleza que por una parte vacunaba al país contra los ataques del anticatalanismo, que existe, y por otra blindaba los intereses de una coalición, de un partido, de un entorno, confundiéndolos con los del país. Tan sencillo como esto. Y el país ha caído de cuatro patas en esta trampa, quizá porque no ha habido una conjunción de fuerzas que construyera una alternativa. El PSC ha estado muchos años en manos de Pujol porque el PSOE dependía de los acuerdos con CiU.
P. ¿Considera que la capacidad de autogobierno es suficiente?
R. El Gobierno de la Generalitat tiene en estos momentos un conjunto de competencias políticas y de recursos financieros enormes. Se puede hacer mucho desde la Generalitat. Esto no quiere decir que la Generalitat tenga todas las competencias, ni que sean suficientes. Yo sería partidario de que la gran mayoría del dinero público estuviera en Cataluña. No sólo en la Generalitat. Comenzaría por los ayuntamientos, a los que, curiosamente, una coalición que se queja del centralismo ha negado el pan y la sal. Lo más normal sería que cuestiones de enseñanza, de sanidad, de servicios personales, se administraran localmente.
P. ¿Hasta qué punto sería un problema para un nuevo gobierno la deuda que ha ido acumulando la Generalitat?
R. Será un problema gravísimo. Porque es una deuda enorme y porque además es imprecisa. ¿Por qué? Porque se esconde la deuda sanitaria, se esconde la deuda a proveedores, se esconden las facturas. Eso indica que hay un caos terrible en la Administración catalana, y será necesario un largo periodo para racionalizar todo eso. Creo que con mucho rigor se puede poner orden a lo largo de una legislatura, pero eso retrasará la inversión necesaria en cuestiones muy urgentes.
P. ¿Cuáles son esas cuestiones?
R. Para nosotros, los derechos políticos de las migraciones, la mal llamada extranjería, serán el gran problema de Cataluña dentro de pocos años. También creemos que debe cambiar el modelo formativo y el modelo de interlocución social, que hoy estrangula los accesos al mercado laboral. No hemos entrado todavía en serio en una cultura medioambiental y de sostenibilidad en un país que es relativamente pequeño. Y hay que entrar a fondo en la equiparación de derechos entre hombres y mujeres
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