¿Quién es usted, señor Óscar Freire?
El corredor cántabro ha sido el ganador del Mundial más desconocido en los últimos 30 años
¿Quién es usted, señor Óscar Freire? La misma pregunta repetida. Una y otra vez. Periodistas, aficionados, técnicos. El mundo del ciclismo no paraba de repetir, de repetirse. ¿Quién es Óscar Freire? ¿Quién es este chaval delgadito llegado de España para romper en una tarde de sol en Verona, en el escenario más hermoso que acoger un Mundial pudiera, a dos pasos de la Arena, todos los esquemas ciclistas escritos o por escribir? Ni es alto, ni es fuerte, ni es bocazas, ni ha corrido la Vuelta, ni figuraba en ninguna lista de favoritos; ni existía hace sólo 48 horas. Ni contaba con una selección potente (sobre el papel), ni con un palmarés digno de tal nombre, ni con la confianza de casi nadie; tampoco llegaba a Verona procedente de un país con interés en las clásicas. Peor todavía: todos los sabios que en el mundo del ciclismo son (o nos damos de ser) se daban de codazos estos días, bajaban la voz, o sin cortarse también, y decían: ¿Pero este Antequera de qué va? Dice que el líder es Freire. ¿Habrá fumado? ¿Freire? ¿Con quién ha empatado Freire? Oigan, que esto es un Mundial. Que aquí está Ullrich, el gran corredor que quiere cerrar a lo grandísimo su temporada; que está también Frank Vandenbroucke, el efebo elegido por los dioses para enamorar a todos los aficionados, a todas las mujeres; que también corren Casagrande y Rebellin, y muchos rusos, y Tafi. ¿Adónde vamos con Freire?"Buenas, me llamo Óscar Freire", se presentó el corredor de Torrelavega. Currículo rápido: "Tengo 23 años, mido 1,71 metros y peso 63,5 kilos. Empecé a correr a los 9 años, en una escuela de ciclismo de Torrelavega; llevo dos años de ciclista profesional, ambos en el mismo equipo, el Seguros Vitalicio. No estoy casado, pero tengo novia, que se llama Laura. Estudiaba Metal, pero lo dejé en cuarto, cuando me hice profesional del ciclismo. ¿Victorias? Pocas. Una etapa en la Vuelta a Castilla y León en 1998; y la medalla de plata en el Mundial amateur de San Sebastián, en el 97. Soy corredor de un día y paso la media montaña. Cuando me llegan puertos de tres o cuatro kilómetros, ahí me quedo". Lo que no dice pero podía añadir es que ha sido campeón español de scalextric y que es, sin discusión, el mejor ciclista actual en el manejo de laas videoconsolas.
Freire está nervioso, pero no habla de más. No es vengativo, es sensato. "Muchas gracias a Antequera", dice antes de que nadie le pregunte nada. "El seleccionador nacional ha confiado en mí. Era de los poquísimos que confiaba en mí. Todos los demás pensaban que llegaba aquí bajo de forma, lo que no es extraño, dado la temporada tan rara que llevaba. En la pretemporada, me fastidiaba la espalda; después, en febrero corrí la Vuelta a Mallorca y la de Andalucía y me lesioné en la rodilla derecha. En mayo me hicieron una artroscopia, pero no volví a coger la bicicleta hasta agosto. Así que me he presentado al Mundial con sólo 10 días de competición en las piernas; así que los que no me conocen y criticaban mi selección no sabían las palizas que me he dado entrenando. Pero me ha llegado la recompensa, una recompensa extraordinaria e inesperada. Hasta hacer podio, segundo o tercero, me habría parecido muchísimo. Así que imaginen esta medalla, este maillot arco iris..."
Paco Antequera, el seleccionador español, lloraba a moco tendido no muy lejos de allí, de la Arena. "Y pensar que muchos decían que no iba a hacer nada", dice el ex corredor valenciano. "Pero yo sabía que lo iba a bordar, que estaría a un gran nivel porque ha venido muy motivado. Era una apuesta personal, en cierta forma y lo primero que me ha dicho Óscar tras cruzar la meta ha sido "gracias Paco por haber confiado en mí". Pero es que para mí era fácil: siempre he dicho que era nuestro mejor corredor para el Mundial".
¿Y el futuro? ¿Qué puede hacer un maillot arco iris por un corredor español? Tan poca experiencia hay en el asunto (sólo Olano, en 1995, sabe lo que significa) que cualquier afirmación es arriesgada. Es un corredor, claro, atípico en el panorama español: no es escalador, no es contrarrelojista. Parece extranjero.
Ahora, a capitalizar el éxito. "Me gustaría seguir con Mínguez, en el Vitalicio, porque es el que primero confió en mí; y también correr las clásicas de la Copa del Mundo", dice, sin darse cuenta de que ambas proposiciones son contradictorias. El Vitalicio está recortando presupuesto y equipo: sólo tendrá una docena de corredores el año próximo: cantidad insuficiente para embarcarse en la Copa del Mundo. Y ahora empiezan a aflorar ofertas de Italia, el paraíso de las clásicas.
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