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Oler al Lobo Feroz

Una muestra sobre ilustraciones y ediciones de Caperucita invita a los niños a degustar cuentos

Cristina, nueve años, paladea un trozo de jamón dulce y dice: "Pues ésta es la página en la que el lobo se come a los tres cerditos". Así salió la niña del pequeño aprieto en el que la puso la narradora Mª Luisa: "Te voy a dar a saborear un trozo del cuento de Los tres cerditos, a ver si sabes qué parte del relato es". La anécdota ocurrió el pasado sábado durante la inauguración de la exposición Caperucita ilustrada, que reúne 89 originales de prestigiosos ilustradores españoles actuales sobre el personaje de Caperucita y más de un centenar de libros sobre el cuento.Entre las actividades paralelas de la exposición, la Desgustación de Cuentos (que Cristina estrenó) es la preferida por casi todos los niños que han acudido a esta primera sesión. Consiste en oler y saborear sustancias relacionadas con los relatos que narran dos cuentacuentos. De esta forma, por ejemplo, Lucía, de 10 años, tras dar varios bocados a una manzana, adivina sin asomo de duda que estaba "saboreando un trozo de Blancanieves", el de la madrastra que, disfrazada de anciana, le da a la muchacha una fruta envenenada. Tan en su papel se coloca Lucía que llega incluso a desplomarse en el suelo por el efecto del ficticio tóxico.

Antes, los chicos han pasado a través de dos pequeños escenarios que recrean el bosque y el dormitorio de la abuela de Caperucita, en el relato animado que cuentan dos narradoras. Pero en el cuento aparecen elementos de otros no menos conocidos: atraviesan el bosque echando miguitas de pan "para no perderse" ("eso es de Pulgarcito", protestan algunos), "como les pasó a Hansel y Gretel".

Cuando llegan a la habitación de la abuela, las cuentacuentos piden voluntarios para escenificar la escena fatal, pero hay reticencia entre los pequeños. Al final, un adulto accede a entrar en la cama y simular al lobo disfrazado de abuela y una niña de las más mayorcitas, Lucía, representa a Caperucita.

Sin necesidad de apuntador, inician el afamado diálogo:

-Abuelita, ¿para qué tienes unas orejas tan grandes?

-Para oírte mejor....

Y así hasta llegar a un final que las narradoras cambian entre bromas: "Vamos a suprimir la escena última, porque todo se llenaría de sangre". Sugieren que el lobo corrió tanto detrás de Caperucita que sudó y sudó hasta atufar la pulcra habitación de la abuela. A tal efecto abren, como si de la caja de los truenos se tratase, un diminuto frasco que desprende un olor infernal.

Caperucita ilustrada. Biblioteca Pública Salamanca (Azcona, 42). Hasta el 28 de septiembre. Degustación de Cuentos, sábados (12.00). 91 726 37 01. Gratis.

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