Un creador de atmósferas JORDI GARCÍA-SOLER
Calladamente y con discreción, como había vivido siempre, apenas sin que nos diésemos cuenta y sin que casi nadie le prestase la debida atención informativa, a mediados del pasado mes de agosto se nos fue para siempre Xavier Regàs Pagès, víctima, a sus 68 años de edad, de un accidente doméstico tan absurdo como fatal. Poco o nada dirá su nombre para muchos, pero para otros Xavier Regàs Pagès quedará como el hombre bueno y sensible que supo decorar con inteligencia y rigor algunos locales que marcaron época en nuestra ciudad, desde el mítico y tristemente ya desaparecido Bocaccio hasta el por fortuna todavía vivo y pujante Via Veneto. En estos y otros locales Xavier Regàs Pagès supo recrear la atmósfera propia del modernismo, en una recuperación de una decoración de interiores que hasta entonces se había caracterizado por las burdas copias de una pretendida modernidad a la americana o por el puro y simple adocenamiento basado en una concepción estereotipada del lujo, con lentejuelas y pedrerías.Hijo del autor, empresario y promotor teatral Xavier Regàs Castells -personaje decisivo en la recuperación del teatro de calidad en Barcelona durante los difíciles años sesenta y setenta, en especial a través de las sucesivas ediciones del Ciclo de Teatro Latino-, Xavier Regàs Pagès participó intensa pero siempre discretamente de aquella espléndida explosión de imaginación y creatividad que fue en gran parte la llamada gauche divine, cuya informal sede principal fue precisamente Bocaccio, el local nocturno creado y dirigido por su hermano Oriol, un hombre que supo pasar de la aventura a la actividad empresarial sin perder la sonrisa ni el bien hacer.
Buena parte del secreto del espectacular éxito alcanzado por Bocaccio estuvo precisamente en aquella atmósfera de recuperación del modernismo que le supo imprimir Xavier Regàs Pagès, una atmósfera recreada asimismo con gran acierto en Via Veneto y que se ha convertido en uno de los rasgos distintivos de este gran restaurante, creado también por Oriol Regàs y dirigido desde hace años por un excelente profesional ligado desde su misma inauguración al establecimiento, Josep Monje.
Pero no fueron éstos los únicos locales en los que Xavier Regàs Pagès dejó su impronta ni fue únicamente la recuperación del interiorismo modernista lo que caracterizó su trabajo como decorador. Además del Bocaccio madrileño, decoró asimismo un buen número de discotecas, desde la famosa Florida de Fraga hasta la Sunset de Madrid, pasando por Barbarella y Babels, dos de los más famosos locales nocturnos de Palma de Mallorca, ciudad en la que decoró asimismo el teatro Balear. Tuvo también, sobre todo durante los últimos años de su vida, una muy intensa actividad como pintor, pero por encima de todo Xavier Regàs Pagès fue un gran creador de interiores, un espléndido generador de atmósferas.
Estos últimos días, durante mi apasionada y apasionante lectura de Luna lunera, la última novela de esta excelente escritora que es Rosa Regàs, una de sus dos hermanas -la otra es Georgina, una mujer emprendedora como pocas y con una sensibilidad exquisita para la cocina-, no podía dejar de pensar en Xavier Regàs Pagès, en su carácter callado y discreto, a menudo hosco y taciturno, en ocasiones desbordante, explosivo y tormentoso, muy a menudo impenetrable, a veces impertinente, con su sensibilidad siempre a flor de piel.
Ya sé que toda novela tiene su propio mundo y que ninguna novela es una puridad autobiográfica, pero leyendo las siempre duras y muy emotivas páginas escritas por su hermana Rosa he recuperado en gran parte el recuerdo de Xavier Regàs Pagès, que se nos fue para siempre como siempre vivió, callado y discreto. Y he podido recuperar también el recuerdo de unos años muy negros, que nos parecen ahora imposibles pero que por desgracia algunos hicieron no sólo posibles, sino dramáticamente muy ciertos. Aunque, estoy seguro de ello, Xavier Regàs Pagès, como el Elías Vidal de la novela, les pondría como banda sonora aquella Luna lunera de nuestra infancia -que es, en palabras de Rosa Regàs, "la patria donde echamos raíces que aparece, se forma y se consolida a medida que desarrollamos nuestras facultades amatorias y cognoscitivas".
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