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Reanimada una mujer sueca tras pasar dos horas bajo el hielo

Un equipo médico noruego logró reanimar en mayo a Anna Baagenholm, una mujer de 29 años cuya temperatura corporal había caído a 13,8 º centígrados tras haber permanecido dos horas sumergida en el agua del río de un glaciar del norte de Noruega. Baagenholm permaneció ese tiempo bajo una capa de hielo de veinte centímetros, tras haber sufrido una caída cuando practicaba esquí de fondo con dos amigos en las proximidades de la localidad de Fagernesfjellet."Devolver a la vida a esta mujer fue una acción médica extraordinaria", declaró ayer Petter Andreas Steen, médico del servicio de urgencias del hospital de Oslo al subrayar que la temperatura corporal de la paciente ronda normalmente los 37,2ºC.

Según explicó este médico los primeros síntomas de hipotermia aparecen con 35ºC, mientras que con 33º C el cuerpo generalmente renuncia a luchar contra el frío. Una temperatura corporal de 32ºC, dijo, ya implica un riesgo del 70% de sufrir una crisis cardiaca.

El anterior récord mundial en episodios similares lo detentaba una niña canadiense de dos años que había sido reanimada tras haber experimentado una caída de su temperatura a 14,2ºC. Según Steen, lo que salvó la vida de la mujer fue una ralentización de su metabolismo y la menor necesidad de oxígeno que experimentan los tejidos en condiciones extremas.

Los dos amigos de Baagenholm, que al igual que ella son médicos, aseguraron ayer que la mujer no daba señales de vida tras haber permanecido 40 minutos en el agua helada. Ambos lograron impedir que la corriente la arrastrase, cogiéndola por los esquís. Tras haberla sacado a la orilla, la mujer fue transportada en helicóptero al hospital de la ciudad de Tromsoe.

Despertar angustioso

"Mi primera reacción al despertarme en el hospital fue la de indignarme por haberme salvado" dijo ayer la propia Anna Baagenholm en la conferencia de prensa celebrada en el hospital donde lograron reanimarla. "Hasta el momento del accidente mi vida estaba volcada casi completamente en el deporte y, de pronto, me encontraba tumbada, inmóvil y dependiendo de un respirador; en fin, sin vida", añadió al relatar la angustia de los primeros momentos en que volvió a recuperar los sentidos.A pesar de que no se acuerda del accidente y de que todavía sufre una parálisis parcial en las manos -cuyos nervios han quedado dañados-, Baagenholm se dispone a reanudar su actividad como médico en la localidad de Narvik. "Ha valido la pena", añadió ayer al agradecer calurosamente a los médicos que la atendieron cuando llevaba varias horas clínicamente muerta."He aprendido de forma precisa lo que significa ser una enferma y espero ahora poder utilizar esta experiencia para poder comunicar con mis propios pacientes en el futuro", añadió.

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