El amor duele
Una de las canciones más deliciosamente deprimentes de Roy Orbison se llamaba Love hurts (El amor duele), y ese concepto es también el que parece regir el nuevo programa de Antena 3 para la noche de los viernes, Para toda la vida. La cosa consiste en la competición de dos parejas en una medición permanente de su grado de amor hacia el cónyuge. Para ganar, hay que demostrar que uno adora a su media naranja y está dispuesto a hacer por ella lo que haga falta. Curiosamente, lo que hay que hacer oscila entre el ridículo y el riesgo físico.La noche del estreno, el ridículo se manifestaba, por ejemplo, en el momento en que el hombre se plantaba delante de la mujer y, micrófono en mano, le declaraba su amor con una canción de Nino Bravo. El riesgo se manifestaba cuando una mujer se subía a una montaña rusa aterradora o cuando un hombre, convenientemente protegido por tejidos ignífugos, se dejaba prender fuego en un simulacro de cinematográfica escena de acción. Evidentemente, la gente que no soporta a Nino Bravo, pasa mucho de subir a las atracciones de feria y no le ve la gracia a arder como una tea no tiene cabida en este programa. Personalmente, no veo qué tiene que ver el amor con las montañas rusas y el fuego (aceptemos que las canciones de Nino Bravo guarden alguna relación con tan noble sentimiento), pero eso es lo que hay y al que no le guste que se quede en casa.
Como tantos otros programas, Para toda la vida dura más que un día sin pan, con lo que los presentadores se las ven y se las desean para convertir el inacabable fárrago que les ha caído encima en una propuesta audiovisual estimulante. Pedro Rollán, justo es reconocerlo, hace lo que puede por simular que le interesa el exhibicionismo sentimental de los participantes: no en vano se ha tirado una buena temporada subido a la caravana del amor y atravesando España en busca de quebrantos anímicos que subsanar. El alumno más aventajado del gran Jesús Puente ha tenido suerte, además, con su compañera de programa: nadie en su sano juicio puede quejarse por tener a su lado a esa preciosa mezcla de Claudia Schiffer, Valeria Mazza y la vecinita de enfrente que es Miriam Reyes.
Quien sí se puede quejar es el público, sobre todo por ese tono elegiaco que desprende el programa, que recuerda al de películas tan rancias como El día de los enamorados o Vuelve San Valentín. Afortunadamente para los espectadores, hoy día el matrimonio, en vez de ser para toda la vida, puede convertirse en una condena conmutable gracias al divorcio.
Para toda la vida se estrenó el viernes 24 de septiembre. Obtuvo una media de 2.149.000 espectadores (24,6% de cuota de pantalla).
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