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Fraga evita debatir ante el Parlamento gallego la crisis del PP regional

Xosé Hermida

La oposición gallega entró ayer a saco en la crisis del PP regional, aprovechando el debate parlamentario sobre el estado de la autonomía, y acusó al presidente de la Xunta, Manuel Fraga, de tener paralizado a su Ejecutivo debido a los conflictos internos de los populares. Fraga, que el día anterior había cedido a las presiones de la dirección nacional del PP para que no nombre un vicepresidente, rehuyó las duras críticas de socialistas y nacionalistas por los enfrentamientos en su partido, unas tensiones que, según la oposición, marcan el inicio del "declive" político del fundador del PP.

Fraga afrontó ayer el trámite del debate sobre el estado de la autonomía a sólo tres días de que se inicie un congreso del PP gallego cuyos preparativos han revelado el creciente distanciamiento entre las direcciones regional y nacional del partido. El último episodio de ese pulso se produjo a propósito de la intención de Fraga de nombrar un vicepresidente, de la que al final ha tenido que desistir por las presiones del secretario general del PP, Javier Arenas, quien temía que esa figura se utilizase para nombrar un sucesor del presidente de la Xunta sin contar con la opinión de la cúpula nacional. Fraga anunció el pasado lunes que renuncia a esa prerrogativa, en un intento de rebajar la tensión que se había disparado durante el fin de semana, cuando arreciaron las críticas de los barones provinciales contra las "intromisiones" de la dirección nacional. Con este tenso clima político, el jefe del Ejecutivo gallego optó por rehuir las cuestiones más espinosas y se limitó a pronunciar un prolijo discurso de dos horas de duración, sin referencias a la crisis de su partido, en el que se adjudicó méritos de toda índole, desde el aumento de la producción del percebe hasta el éxito internacional de los jóvenes gaiteiros . Fraga repitió los consabidos ataques al nacionalismo, al que opuso el "galleguismo popular" del PP, y, por si quedaba alguna duda, dejó claro su propósito de presentarse a la reelección por cuarta vez. "Manuel Fraga", dijo de sí mismo, "está dispuesto a continuar con la misma ilusión que el primer día". El tono del debate cambió radicalmente por la tarde, en el turno de réplicas de la oposición. La izquierda, alejada del poder desde hace una década, ha visto un filón electoral en la crisis del PP y aprovechó la oportunidad para proclamar que el proyecto de Fraga ha entrado en fase de "descomposición" tras perder las alcaldías de las principales ciudades gallegas en las elecciones municipales del 13-J, detonante de los conflictos internos del partido. La sesión tuvo incluso un momento jocoso, cuando diputados populares protestaron por una frase del portavoz de Esquerda de Galicia, Anxo Guerreiro, quien calificó los enfrentamientos en el PP de "ajuste de cuentas de carácter antropofágico". "¿Por qué me contradicen los mismos que me dicen estas cosas en el bar?", preguntó Guerreiro con ironía. El silencio se hizo en los escaños del PP.El socialista Emilio Pérez Touriño fue el más reacio a inmiscuirse en los conflictos internos de sus adversarios, pero aún así señaló que las últimas municipales "abrieron en canal la sucesión de Fraga" y han producido la "quiebra de su modelo político".

Xosé Manuel Beiras, líder del BNG, trató de golpear donde más duele y advirtió a Fraga de que la dirección nacional de su partido ha desatado "una guerra para deshacerse" del viejo fundador del partido. Beiras ironizó sobre la claudicación de Fraga ante Arenas para que no designe un vicepresidente. "Antes no hubiesen osado hacerle esto", comentó el líder nacionalista, "pero ahora van a por su propia cabeza".

Ante ese aluvión, Fraga se mostró insólitamente tibio y no contestó a casi ninguna de las alusiones directas a sus diferencias con la dirección del PP. Se limitó a mostrar su extrañeza por el "interés extraordinario" de la oposición en los conflictos internos del PP y a aludir a la crisis del PSOE en Valencia. El PP gallego, aseguró Fraga, saldrá más "fuerte que fuerte" de su congreso regional y volverá a derrotar a la izquierda.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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