Cinco horas de espera a las puertas de la clínica
Periodistas y curiosos montaron guardia desde primera hora de la noche a las puertas del centro hospitalario
La noticia de que la infanta Cristina de Borbón había ingresado en la clínica Teknon de Barcelona para dar a luz provocó de inmediato una notable concentración de curiosos y periodistas en los alrededores del centro sanitario. Algunos llevaban varios días montando guardia. Otros acudieron nada más conocer la noticia de la presencia de la infanta en el centro. La espera esta vez no fue muy larga: sólo cinco horas hasta conocer que había nacido el segundo nieto de los Reyes de España. Su primo Felipe Juan Froilán de todos los Santos se hizo esperar algo más.En muy pocos minutos se dieron allí cita más de un centenar de periodistas de todos los medios, repartidores de pizza y comida china. Había más gente, alguna peculiar. Por ejemplo: Judit. Una muchacha de 13 años que vive en la popular barriada obrera de la Verneda, en la otra punta de la ciudad. Anoche la cruzó para tratar de ver a su ídolo, Iñaki Urdangarín. Viste una camiseta del equipo de balonmano del Barça con el nombre del yerno del Rey. Y no quiere irse sin verle.
No es la primera noche que Judit acude a la entrada de la clínica Teknon. Lo hace casi siempre acompañada de su padre. Recorren cada noche más de 10 kilómetros desde que hace una semana supieron que tarde o temprano el matrimonio Urdangarín acabaría por acudir al centro. Ayer tuvieron suerte. A eso de la una de la madrugada lograron ver el coche en el que viajaban los escoltas de la Reina cuando entraba en el aparcamiento de la clínica detrás del vehículo en el que viajaba doña Sofía.
Por motivos que se ignoran, los conductores no utilizaron el camino reservado y vallado por la policía sino que entraron por la zona donde habían sido colocados curiosos y periodistas llevándose por delante alguna cámara, no pocas mochilas y unas latas de refrescos ante los perplejos ojos de los agentes de a pie.
Estudiantes y monjas
Además de Judit y su padre, había otras personas aguardando para saber si Cristina de Borbón era ya madre. Así una cuarentena de muchachas jóvenes que viven en dos residencias de monjas contiguas al hospital. Todas son estudiantes universitarias. Hay una de Murcia, otra de Alicante. Otra, de las más bulliciosas, que se llama Patricia, es de Reus y se ríe como loca de cualquier cosa.
Se apalancaron en la puerta de la clínica sobre las 9.30 horas con la intención de aguantar hasta el final. Hora y media más tarde protagonizaron un notable revuelo al saber que acudían a buscarlas un par de monjas que pronto se contagiaron del jolgorio y decidieron que una noche es una noche. Se quedaron todas.
La mayoría quería ver a quien fuera de la familia real, con preferencia por el príncipe Felipe. Pero una muchacha confesaba que había ido confiando en poder tocar a Paco, un reportero del programa humorístico La Cosa Nostra de TV-3. Paco llegó, fue aplaudido, trató en vano de entregar un ramo de flores a alguien en el interior de la clínica y pasó su crónica.
A medida que caían las horas se diversificaba el personal. Además de las jovencitas se dejaban caer por allí con supuesta indolencia muchachos con casco de motorista y polo de marca, señoras de mediana edad con o sin marido, expertos en saludar ante cualquier cámara y los relevos de los periodistas que acudieron a cubrir la información a primera hora de la noche.
A la espera
Sobre las dos y pico de la madrugada las conversaciones giran sobre la duración de un parto, su técnica, si es más o menos doloroso. Entre el público hay una familia de cinco miembros con la vista fija en la calle esperando la llegada del Rey, pese a que nadie indica que vaya a producirse. Sentados en el suelo junto a un parterre charlan animadamente sobre si el recién nacido será un niño o una niña.Pero de golpe algo se ha roto. Hay un punto de inflexión en el tiempo. Algunas unidades móviles de los medios informativos empiezan a agitarse. El nacimiento ya se ha producido.
Es la hora de los comunicados oficiales, el primero muy escueto y en el que no se indicaban los datos más esperados por la concurrencia: el nombre y el peso del bebé. Todo tendrá que esperar a la rueda de prensa que ofrecerá el feliz padre acompañado del equipo médico. El nuevo miembro de la familia real ya está con su madre en el área reservada desde hace semanas para doña Cristina, una suite y cinco habitaciones que cuestan una media de 60.000 pesetas cada una.
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