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Nacionalidad

VICENT FRANCH En el 96, me hice eco en estas mismas páginas de algunas paradojas que contenía la ponencia política que el PP valenciano aprobó en su Congreso. Dije entonces que el discurso concordaba con "una impoluta lectura "estatutaria" del conflicto" (valenciano), y que constituía "un firme alineamiento del PP en el "patriotismo valenciano" de estricta "lealtad estatutaria" y en el panegírico de "la legitimidad de origen democrático", que a mi entender no eran poca cosa, aunque fuesen ideas ya aprobadas en el Congreso del 93. Destaqué, además, que el tímido acercamiento al "hecho diferencial" venía lastrado de referencias descalificadoras hacia otras perspectivas del valencianismo político. Y así, "al exponer que "hay dos formas de entender el valencianismo" e identificar la primera como "la legítima construcción teórica de nuestra identidad" ("quién es este pueblo") y contraponerla a la (confusa, para mi, por sincrética) proposición de que "la valencianía (sic) es una condición sobre la que construir alternativas definidas y proponer compromisos concretos", el ponente (dijo) de la primera que "puede aportar poco más" y que (era) el dinamismo de la segunda el que responde a la pregunta de "qué hará este pueblo". Se trataba, sin duda, de un simulacro argumental: en realidad decía que el PP no deseaba revisar lo que quería evidente e intocable, es decir, la españolidad de los valencianos; por ello, asignaba al valencianismo teórico la propiedad de agotarse "en el reafirmar(nos) idealmente como valencianos" frente al "estado real" del que el PP partía; "una premeditada desvalorización (dije) de la teoría ante la imposibilidad de aceptar (¿por el momento?) un debate verdaderamente abierto sobre "lo" teórico por miedo a que la "construcción" desmitifique el asumido e intocable axioma de la españolidad". Sin embargo, en la ponencia del 96, y quizás consciente el redactor que el camino está expedito para superar aquellos ditirambos, vuelve a la primera manera de entender el valencianismo y se lanza a la propuesta estelar de este Congreso: El Consenso por la Nacionalidad (valenciana) y su valor esencial como previo para la construcción aquí de una "sociedad de bienestar". Después de una legislatura en el Gobierno, se han superado el miedo semántico y los reparos hacia las definiciones del 96 igualando, por fin, las fintas dialécticas que en su día el PSPV-PSOE acabó asumiendo como idea de nación práctica y operativa: la de la nación (cultural) valenciana. Con solemnes referencias a la lealtad constitucional y a los rudimentos de la teoría de la nación cultural que en su día operó como subterfugio para no reconocer la soberanía de las naciones sin Estado, la ponencia aprobada recientemente traduce que el PP ha llegado a asumir, después de cuatro lustros en la política valenciana, la letra del Estatuto (asume la Nacionalidad) y a teorizar tímidamente sobre la dimensión política pero aún no soberana del País Valenciano. Veinte años más y quizás, ante el yermo teórico que nos invade, y de la mano de otro ponente aún más exquisito, nos sorprenderán arrodillados ante el cadáver insepulto de este país con una declaración enfática a favor de la autodeterminación. Y será, claro está, sólo literatura. Vicent.Franch@uv.es

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