El PP encuentra seis escollos en su giro al centro
Los populares buscan la renovación interna en los 16 congresos previos a las elecciones del 2000
El PP trata de imponer al aparato interno del partido el viraje hacia el centro que obsesiona a José María Aznar. No va a ser un proceso fácil. Comienza este fin de semana con seis congresos autonómicos: Aragón, Cantabria, Extremadura, Comunidad Valenciana y Murcia, donde no se prevén sobresaltos salvo en el de Extremadura. Mucho más conflictivos se presentan los cónclaves regionales en Galicia, Baleares, Ceuta, Melilla, Castilla-La Mancha y Canarias, donde los compromisarios afrontarán en octubre una renovación traumática. Otros cinco congresos tratarán de cerrar el ciclo del cambio en el PP antes de las elecciones generales, previstas para la primavera del 2000.Estos congresos constituyen la primera prueba de fuego para el secretario general, Javier Arenas, cuyo liderazgo interno quedó maltrecho tras el retroceso electoral del pasado 13 de junio. Tras los comicios autonómicos el PP perdió el gobierno en Baleares, Aragón, Asturias, Ceuta y Melilla. También fue desalojado del poder en numerosos ayuntamientos ante la incapacidad de sus dirigentes para aliarse con anteriores socios regionalistas, o por errores internos asumidos, como la actuación de Álvarez Cascos en Asturias o el comportamiento del PP local en las dos ciudades autónomas norteafricanas. Aznar le ha encargado oficialmente a Arenas otra renovación, más jóvenes y mujeres, y una apertura del partido hacia sectores de la sociedad no identificados con la derecha. Quiere ampliar su espectro de votantes.
Aznar no padecerá personalmente ningún contratiempo en estos próximos fines de semana en los tres congresos que clausurará. Ayer intervino en Valencia, comunidad controlada abrumadoramente por Eduarzo Zaplana. Y hoy no estará en Extremadura, adonde se ha sentido obligado a acudir Javier Arenas, tras confirmarse el enfrentamiento de dos listas. El líder del PP sopesa la posibilidad de acudir al congreso de La Rioja. Su recorrido acabará apaciblemente el 10 de octubre en Madrid, donde nadie discute el trabajo moderador de su presidente, Pío García Escudero. Pero hasta esa fecha, cinco congresos se presentan especialmente difíciles:
Canarias.
La crisis del PP canario se asienta en los sucesivos batacazos electorales y en las corrientes que se reparten históricamente el poder del partido por islas. La pasada primavera, un extraño episodio de amenazas, extorsiones y corrupciones denunciado por el ex presidente del PP de Tenerife, Francisco de la Barrera, provocó una auténtica convulsión aún no aclarada que acabó con su defenestración política, otro varapalo en las urnas y la renuncia del entonces candidato autonómico y presidente de la formación, José Miguel Bravo de Laguna. El PP designó desde Madrid como su sucesor a José Manuel Soria, el alcalde de Las Palmas, que une a su tirón popular -amplió su mayoría absoluta- un gran parecido físico con Aznar. Además, se le liberó de ataduras al expulsar de las listas a Ignacio González, el ex coordinador regional, que heredó el patronazgo del PP en Tenerife de su padre. Los González han obtenido ahora 120 delegados para el congreso, muchos más de los necesarios para presentar una lista alternativa a la de Soria, con un candidato aún no desvalado. El PP en Madrid aún apuesta por una lista de integración.
Galicia.
Nada relevante sucederá en el PP gallego hasta que se concrete la sucesión de Manuel Fraga, que cumple en noviembre 77 años y ya ha anunciado que se presentará a la reelección en los primeros comicios autonómicos del próximo milenio. El presidente de la Xunta y del PP de Galicia desde hace dos lustros no ha querido delegar la organización del congreso de los populares gallegos. Tras el serio aviso que recibió el PP en las principales ciudades gallegas el pasado 13 de junio, donde pasó a gobernar sólo una de las ocho grandes urbes, la cúpula del partido amagó con tomar medidas. Se llamó a capítulo al secretario general durante los últimos 10 años, Xosé Cuiña, y se le anunció que debía mover el banquillo. Cuiña, que domina Pontevedra, aplazó la batalla para el congreso, en el que presumía un dominio absoluto de los compromisarios por su alianza con los barones provinciales de Lugo, Francisco Cacharro -una década en el cargo- y de Ourense, José Luis Baltar. Sólo permanecía indomable A Coruña, bajo el mando del ministro de Sanidad José Manuel Romay desde hace diez años.Este verano, Romay lanzó un órdago a Cuiña y a Fraga. Contactó con alcaldes y dirigentes de las otras provincias para impulsar el retorno a Galicia de Rajoy como adjunto al presidente, cargo inexistente, que le daría la categoría de número dos. Cuiña se enteró de los movimientos de Romay, se lo contó a Fraga y éste, según varias versiones del PP en Madrid y en Galicia, le montó una reprimenda a gritos. Fue entonces cuando Fraga exigió a Romay su dimisión, que se confirmó inmediatamente. Las incógnitas sobre la sucesión siguen intactas.
Baleares.
En el PP el candidato oficial es Jaume Matas, ex presidente autonómico, que perdió el Gobierno el pasado 13 de junio pese a crecer en votos. De Matas se ensalza en el PP de haber superado con éxito el tránsito de la época de Gabriel Cañellas, el histórico presidente regional que dimitió forzado por Aznar tras una serie de escándalos en su gestión de gobierno. Ahora, Cañellas ya no compite en la primera línea, pero sí detrás del candidato alternativo, Joan Forcades.
Ceuta y Melilla.
El PP ha perdido el poder en las dos ciudades autónomas tras múltiples escándalos y mociones de censura. El ex presidente de Melilla Ignacio Velázquez ha facilitado la renovación después de su estrepitosa derrota el pasado junio. Pero han surgido hasta media docena de candidatos. La dirección del PP ha encomendado a Velázquez que aúne en lo posible semejante baraja de nombres. En Ceuta ha ocurrido algo similar con el anterior presidente, Jesús Fortes, que también perdió las elecciones ante el GIL, y que ahora dará el relevo a Pedro Gordillo.
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