Conos a mano
Desde el pasado mes de mayo, los conductores que utilizan la Ronda del Mig entre Diagonal y la plaza de Cerdà, en cualquiera de los dos sentidos, viven en perpetuo sobresalto. Un día sí y otro también, al caer la tarde aparecen operarios que comienzan a instalar hileras de conos, supuestamente para permitir que otros operarios trabajen en la zona reservada. Habitualmente la instalación de conos en la vía pública se hace desde un vehículo, pero en la Ronda del Mig, por los motivos que sea, se hace a pie y a mano. Un par de operarios ataviados con monos de color naranja, a veces algunos más, se juegan el bigote entre los coches, que se topan con los empleados cuando ya los tienen encima. No ha habido, de momento, desgracias personales, debido posiblemente a la habilidad de los trabajadores para sortear los coches que les acechan. Las restricciones no afectan sólo al espacio que queda disponible para los coches. Además, en función de si se deja libre el carril interior o el exterior, se procede regularmente a cerrar las salidas y las entradas del tramo. No es infrecuente que un ciudadano que toma la ronda en Cerdà para salir en la Travessera de les Corts tenga que irse hasta la Diagonal, sin que nadie se lo haya advertido previamente. En sentido contrario, los conductores que, por ejemplo, pretenden entrar a la ronda en la avenida de Madrid, ante la iglesia de Santa Tecla, se ven no pocas veces obligados a seguir hasta el hotel Princesa Sofía para alcanzar la ronda por la entrada de Sabino Arana. Tampoco en esta ocasión se advierte al conductor de que le espera una largo paseo urbano.
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