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TRAGEDIA EN LA CARRETERA

Las barras antivuelco no resisten un impacto a gran velocidad, según los expertos

La mayoría de los fallecidos en el accidente de tráfico que se produjo ayer en el término municipal de La Muela (Zaragoza) quedaron atrapados bajo el techo del vehículo, que cedió como consecuencia del impacto. Todos los autobuses matriculados a partir de 1994 están obligados a llevar barras antivuelco para garantizar un espacio de supervivencia a los pasajeros. Aunque ayer no se había podido confirmar si el autobús siniestrado contaba con este sistema de seguridad, los expertos dan por descontado que era así, pero advierten de que no es suficiente en caso de accidentes a gran velocidad.

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El Reglamento 66 del Ministerio de Industria obliga a que todos los autocares matriculados a partir del 1 de junio de 1994 vayan dotados de un sistema antivuelco. La homologación de los modelos, indispensable para su matriculación, sólo se concede tras la superación de una serie de pruebas, entre las que se incluye dejar caer lateralmente al autobús desde un metro de altura. Las barras que refuerzan la estructura deben resistir el impacto, evitando que se deforme el techo y aplaste a los pasajeros. Según expertos consultados por EL PAÍS, en la mayoría de los casos lo que ocurre en esta prueba es que las barras absorben la energía generada por el impacto. Sin embargo, agregan los mismos expertos, "el sistema tiene problemas cuando el vuelco se produce a una velocidad muy alta". En esos supuestos, la estructura cede, pues la resistencia de las barras es insuficiente para soportar el empuje longitudinal, generado por la velocidad, sumado al lateral, originado por el vuelco.Ayer no se pudo confirmar si el autobús iba dotado de sistema antivuelco, pero los expertos dan por descontado que era así, pues de otro modo no se habría podido homologar. Fuentes de Tráfico indicaron que de los datos del autocar se puede deducir que fue matriculado en el tercer trimestre del año 1996. La Confederación de Transporte por Carretera (CTC) hizo público ayer un comunicado en el que asegura que el autocar "se encontraba en perfecto estado y cumplía con todas las medidas de seguridad".

La obligatoriedad del sistema antivuelco se planteó tras el accidente que en agosto de 1992 sufrió un autobús de una línea pirata en Torreblanca (Castellón), en el que perdieron la vida 46 pasajeros, la mayoría aplastados por la frágil estructura del techo.

Además, desde 1988, autocares y camiones llevan incorporado un dispositivo limitador de velocidad, que les impide acelerar por encima de 100 kilómetros por hora. El problema estriba en que una velocidad inferior puede resultar, sin embargo, excesiva en condiciones meteorológicas adversas como las que rodearon el accidente de ayer.

En todo caso, si la lluvia y el exceso de velocidad fueron la causa del siniestro, como apuntan las primeras hipótesis, es algo que podrá comprobarse una vez que se revise el tacómetro, en el que queda grabada la velocidad a la que circulaba el autocar en el momento del accidente. El comunicado de la Confederación de Transporte por Carretera añade que el vehículo "se hallaba al corriente de las inspecciones técnicas preceptivas" y que el conductor "nunca se había visto implicado en accidentes graves". La investigación del siniestro la llevará el juzgado de La Almunia.

La nota explica que, pese a este accidente y a la "alarma social" que generan los siniestros de autocar, la accidentalidad por viajero y kilómetro en estos transportes es "veinte veces inferior que en los vehículos particulares y tres veces inferior que en el transporte ferroviario".

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