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Tàfol y el PSPV

PACO MARISCAL Tàfol es un hipocorístico en valenciano con el que se designa coloquialmente en La Plana a un Cristóbal o un Cristòfol. Tàfol es también el informal y eficiente fontanero de El Raval de Castellón. Moderado y mirando a la izquierda, vota al PSPV-PSOE con la misma costumbre atávica con que tarda en llegar al domicilio de sus clientes y arreglar la fuga de agua. Flaco y largo, ronda el hombre los cincuenta; laborioso como es, almuerza a las diez de la mañana y alarga su jornada de trabajo hasta altas horas de la tarde o primeras de las noches, incluso en sábado e incluso en domingo. Valencianoparlante convencido, tiene un retoño que siguió en la escuela la línea valenciana de la lengua, aunque Tàfol está a años luz de viscerales nacionalismos periféricos. A la derecha política y social la observa el fontanero de soslayo sin excesiva animadversión; y el sábado estaba irritado. El ciudadano Tàfol es un barómetro social, una encuesta electoral andante, conocedor de sus clientes morosos, latosos y quejicas, recoge las opiniones de acá para allá, y las repite, analiza o critica. El sábado recién estaba irritado. El congreso del PSPV lo imaginaba como competición de codazos, como algarabía o enredo de cucañistas buscando la punta del palo del poder, era el todos quieren mandar y colocarse. Era el eco que llega quizás a decenas de millares de electores del PSPV-PSOE con una información medianamente aceptable y medianamente politizados. Aunque, claro, el corcel de la discordia en el PSPV le preocupaba tanto a Tàfol como a Felipe González, que en eso sintoniza el González internacional con el pueblo soberano. El castellonense, eso sí, multiplicaba el exabrupto de González, relacionado con el miembro viril, por una decena de giros malsonantes en valenciano de contundente agresividad. Pero no fue ese el punto álgido de la cháchara, porque el paroxismo estaba por alcanzar. Y el punto álgido se alcanzó cuando el coloquio viró hacia ese turbio asunto de Oropesa. La Oropesa crucificada por el cemento donde el PP y el PSOE local han eximido a un conocido promotor de iniciativas turísticas y lúdicas del pago de unos centenares de millones por licencia de obras. Los eximidores afirman con cinismo que esa medida tiene una intencionalidad social, que atraerá nuevas inversiones, que... Tàfol que cumple y sortea sus obligaciones tributarias no ve por lado alguno la relación que pueda haber entre los intereses de un empresario afín al PP con la obra social de la madre Teresa de Calcuta. El hecho de que el PSPV-PSOE de Oropesa vote junto al PP local esa exención de impuesto es para el fontanero una blasfemia irreproducible en razón del decoro que ha de tener todo escrito. Tàfol desconoce las seis funciones fundamentales que le atribuyó el belga socialcristiano Robert J. Houben a los partidos políticos en un sistema democrático, también desconoce la presa de los juristas, e ignora si la exención de impuestos al empresario de Oropesa es legal, ilegal, alegal o una desfachatez. Sabe, cuando habla del congreso recién del PSPV o del pago de impuestos, lo que es el sentido común. Y eso basta.

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