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La lluvia desluce la recta final del Mercat de Música Viva de Vic

Con el telón de fondo de una lluvia que obligó a suspender el concierto de Kiko Veneno, el Mercat de Música Viva de Vic cerró ayer su 11ª edición. Según fuentes de la organización, unas 125.000 personas han presenciado el largo centenar de conciertos programados en estos cuatro días de actividades, que volvieron a tener carácter masivo con las actuaciones en la plaza Major de Adrià Puntí, de Quimi Portet y Sopa de Cabra. El reto que ahora se plantea el Mercat es cómo articular la oferta nocturna de ocio al creciente número de visitantes no profesionales que este año se arracimaron en un espacio repleto de carpas de bares musicales con una música distinta en cada uno de ellos. En este sentido, Carles Sala, director del Mercat, consideró que la oferta había sido este año inadecuada y "que una ciudad como Vic que cuenta con comercio de calidad no puede ofrecer tras los conciertos un batiburrillo de bares con una programación musical tan ajena al Mercat y de una calidad cuestionable". Combinar la presencia de la hostelería local con la línea programática del festival se perfila como uno de los temas a solventar, pues de lo contrario el Mercat puede acabar convirtiéndose en una mera excusa para una juerga más propia de esas localidades veraniegas que se atestan con turismo de baja calidad. Pero al margen de este problema, ya detectado, "el Mercat ha mantenido una coherente línea programática", destacó Sala, quien añadió que "el nivel artístico ha sido bueno y debe seguir mejorando para también captar a ese público de calidad que puede venir al Mercat para seguir varias actuaciones". Con respecto a la feria comercial, Sala comentó que "el gran reto consiste en atraer a los programadores municipales y autonómicos del resto de España, hasta ahora remisos a visitarnos". "No es lógico", prosiguió, "que vengan más programadores extranjeros que nacionales, y de alguna manera hemos de intervenir en este tema". Quimi Portet Entrando en el terreno de la música, la jornada del sábado estuvo marcada por la afluencia masiva de público a la plaza Major, en la que Quimi Portet ejerció de profeta en su propia tierra. Las canciones de su Cançoner electromagnètic tuvieron una excelente acogida, no menor a la que también disfrutaron Adrià Puntí, quien estrenó dos nuevas piezas de su inminente disco, y Sopa de Cabra, grupo que vive uno de los momentos más dulces de su carrera. Por otro lado, el teatro Atlàntida volvió a recoger propuestas de gran nivel, personificadas en artistas como Le Diablo Mariachi, una banda incalificable por su peculiar sonido y registro estilístico. También pasó por allí Maria del Mar Bonet, quien realizó un concierto espléndido y atípico. Con un repertorio en el que incluyó versiones de Beatles y Jackson Browne, la Bonet realizó una especie de conexión entre Oriente y el Mediterráneo servida por su espléndida voz y por una banda de primera fila.

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