Guerras sin espectáculo
Massud se parece físicamente al rasta Bob Marley o a Dylan, pero la guerra le ha transformado en una versión del Che Guevara. Lucha desde 1981 por la libertad de su país. Primero, contra los soviéticos; después, frente a los talibán. El reportaje de Christophe de Ponfilly, el segundo de los tres que emite hoy La noche temática (La 2, 22.50, "Pueblos en conflicto"), es -junto al de las mujeres kurdas y el polvorín balcánico de Macedonia- una lección de periodismo televisivo. Un desafío para quienes entienden la información en ese medio como un espectáculo.Armado con una pequeña cámara, que Ponfilly describe como un hilo que le ata a la vida, el periodista desmenuza fotograma a fotograma la historia personal de este guerrero que esconde sus sentimientos. Lo hace tomando partido por él. "¿La objetividad periodística? ¡Qué pretensión tan hipócrita!", exclama el reportero.
Ocho viajes desde 1981 permiten al periodista francés una perspectiva única de la realidad que narra. Son 90 minutos que desvelan Afganistán a través de un personaje esencial en los últimos 18 años. "Si usted supiera inglés", le murmura Ponfilly al guerrero, "saldría en todas las televisiones de Estados Unidos; tal vez el curso de la historia de su país hubiera sido otro".
Ponfilly busca, como en el poema que lee Massud, las miradas de los ojos que esperan. Una cámara que sólo puede captar el polvo de una realidad que se nos escapa, que nunca comprendemos del todo: montañas de 5.000 metros, carros de combate destrozados, minas antipersona, cruzadas de ida y vuelta con el Corán en la mano... Una guerra, sostiene el periodista, que les ha reservado el papel de observadores. Gracias a este reportaje, ahora los testigos somos todos. ¡Una suerte!
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