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FÚTBOL Competiciones europeas

Noche de goles, pasión y locura

El Madrid se lleva un empate de Atenas ante el Olimpiakos en un partido lleno de alternativas

Noche de fútbol trepidante en Atenas. Noche de goles, pasión y locura. Con más contenido emocional que de buen juego (siempre escaso), con más guiños al carácter y la fortaleza mental que a la sabiduría táctica y a la estética, pero el Madrid salió vivo de un escenario difícil. Con alternativas constantes, con un marcador desenfrenado y cambiante, con suspense y también muchos errores.Lo mejor del Madrid fue su capacidad para ponerse de pie, para asomar la cabeza en los peores momentos, para no ceder ante un ambiente infernal y un rival rebosante de adrenalina. Ni ocho calles de atletismo consiguen restarle influencia a un público que vive los partidos a la máxima temperatura. Pero de todo eso salió airoso el Madrid, también de dos marcadores en contra que llegaron por deficiencias suyas. Sólo se llevó un punto de Atenas, pero su exhibición de carácter debe dejarle satisfecho. No así su juego, mal elaborado y siempre pendiente de su descomunal pegada.

OLIMPIAKOS 3 REAL MADRID 3

Olympiakos: Eleftheropulos; Amanatidis, Anatolakis, Karataidis, Djordjevic; Mavrogenidis (Amponsah, m.46), Poursanidis; Yannakopoulos (Gogic, m.59), Zahovic (Niniadis, m.85); Ofori-Quaye y Giovanni. Real Madrid: Casillas; Michel Salgado, Hierro (Helguera, m.59), Julio César, Roberto Carlos;Geromi, Redondo (Guti, m.70); McManaman, Raúl, Savio; y Morientes (Anelka, m.53).Goles: 1-0. M.10. Givanni remata de cabeza una falta. 1-1. M.25. Centro de Macmanan desde la derecha, que cabecea Savio. 1-2. M.31. Roberto Carlos. 2-2. M.62. Giovanni aprovecha un rechace de la defensa madridista. 3-2. M.67. Zahovic controla un balón dentro del área del Madrid y remata junto un palo. 3-3. M.80. Remate de Raúl. Árbitro: Van der Ende, de Holanda Mostró tarjeta amarilla a Djordjevic y Giovanni. Unos 75.000 espectadores en el estadio Olímpico de Atenas. Partido de la 1ª jornada de la Liga de Campeones

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El Madrid alcanzó sus mejores momentos cuando más lejos tenía el partido, justo después del 1-0 y del 3-2, y de sus nocivos efectos: unos cuantos grados más en unas tribunas que ya hervían, una sonrisa de oreja a oreja en un Olimpiakos que se preparaba para descorchar su contragolpe, un portero que temblaba y al que le perdieron la fe sus propios compañeros... Todo olía a beneficio griego cuando el Madrid se decidió a dar sus golpes de autoridad.

Los de Toshack recibieron su estreno continental con mala cara. Un comportamiento atlético del rival, pegajoso en los marcajes y agresivo en los balones divididos, le hizo sentirse incómodo de salida. El Madrid no encontraba la pelota, no era capaz de juntar tres pases consecutivos. El Olimpiakos lo estaba sacando a empujones de Atenas. Sin fabricar demasiado peligro -la impecable labor de vigilancia al principio de Redondo sobre Zahovic tuvo mucho que ver en esto-, pero mandaba.

Las malas vibraciones se confirmaron cuando en una falta cercana al área, Zahovic colgó el balón, Casillas estrenó su recital de dudas en las salidas y Giovanni le ganó el salto a Julio César. 1-0 en diez minutos. Al Olimpiakos se le ponía un paraíso por delante, 80 minutos para agujerear al Madrid con sus temidas y supersónicas contras. Fue entonces cuando Fernando Hierro asumió sus galones e intervino con un arranque de astucia. En uno de los rutinarios viajes al suelo de alguno de sus compañeros, mientras otros ponían cara de miedo y los griegos se entretenían protestando el lance, Fernando Hierro acabó con la escena sacando la falta con celeridad hacia un costado. La pegada del Madrid se activó en un santiamén: Salgado corrió, McManaman dibujó una rosca preciosa y Savio, desmintiendo que la falta de centímetros sea un problema dentro del área, se adelantó a las torres locales, metió la cabecita y picó el empate.

Tras el 1-1 el Madrid se agrandó. Salgado se atrevió a correr la banda y McManaman volvió a parecerse con sus diagonales y regates encadenados, como en Bilbao, al futbolista del Liverpool que fue.

De una incursión diabólica de McManaman, frenada en seco por uno de los militares griegos en la misma puerta del área, sacó el Madrid el 1-2. La falta la convirtió luego Roberto Carlos en una bomba rasa y ajustada que no rompió la red por esto. Fue una imagen saludable, pero se desvaneció en la segunda parte. El Madrid había logrado dejar tibio el partido, pero tras el descanso el Olimpiakos disparó de nuevo su temperatura. La presencia de Gogic, un delantero, mejoró al conjunto griego: ya fue más difícil sujetar a Zahovic y el Olimpiakos se volvió más profundo. Giovanni dio nuevas pruebas de su dominio del área (2-2) y Zahovic se vengó del marcaje de Redondo dejándole en evidencia en el balcón del área tras un rechace (3-2).

Todo volvía a ponerse oscuro para el Madrid. Pero por segunda vez salió a escena su madera. Saltó al campo Guti para poner orden y bajar la pelota al suelo. Se quitó de en medio la presión ambiental y se vació por el empate, que llegó en una combinación Roberto Carlos-Raúl que puso justicia en el marcador. Fue merecido el empate.

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