Educación y cultura
Cuando otra vez todo el mundo anda más o menos preocupado por la decisión del presidente Chaves sobre la fecha en que se celebrarán las elecciones andaluzas, cuando otra vez el presidente vuelve a hacer de su decisión grave secreto, o alto secreto si es que consideran que dramatizo en exceso, los catalanes ya están en ello. Pudo haber sido coincidente la cita catalana con la andaluza, pero no ha sido y de nada vale lamentarse recordando que algunos creíamos buena esa coincidencia. Agua pasada no mueve molino. Sigo con interés la campaña del candidato Maragall porque insiste en un discurso que me parece bueno para cualquier pueblo, y echo de menos en éste, con reiterada frecuencia. Es el discurso de la educación y la cultura. Eso, entiendo yo, es la modernidad de la que tantos hablan: querer dar a un pueblo la libertad que proporciona la cultura. Maragall dice que la educación es su prioridad y la sitúa como eje central de su programa con lo que deja dicho lo más importante sobre sí mismo y su idea de para qué debe servir la política, que no es para otra cosa que para mejorar la vida de las personas, y nada mejora más la vida que el conocimiento, la cultura. A partir de ellos se agudiza el sentido de la realidad y se exige más y mejor gobierno, para conseguir el bienestar de todos. Maragall se arriesga a que le exijan, cuando se compromete con la educación, pero se explica más todavía y suena a gloria su oferta de compromiso por "una Cataluña productiva, sostenible, avanzada tecnológicamente, políticamente reconciliada y culturalmente robusta". Cuando Maragall dice que quiere una Cataluña culturalmente robusta está partiendo de una realidad ya culta, porque sólo en sociedades cultas se consideran necesario discursos políticos sobre la cultura. Lo que ocurre es que en las sociedades que han tenido menos posibilidades y arrastran déficits de educación y de "robustez cultural" es aún más necesario arriesgarlo todo en ese empeño. La Andalucía de los últimos 15 años es una tierra en avance continuo, con un compromiso más valiente y más total por la educación y la cultura, a lo avanzado podríamos sumar muchísimos kilómetros más.MARÍA ESPERANZA SÁNCHEZ
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.