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Reportaje:

Un artista en la casa cuartel

Un día, o más bien una noche, Manuel Jesús Durán soñó que restauraba un Goya y que lo dejaba impecable. En su viaje onírico aparecía el famoso cuadro del perro que el artista aragonés pintó en su última época. Como si se tratara de una revelación mariana, cuando despertó ya conocía su destino académico: estudiar Bellas Artes y aprender restauración. La manzana le cayó en la cabeza pero además de la idea le dejó un chichón del que espera salir de alguna manera porque tener aptitudes artísticas y concretarlas en una carrera no le ha librado del desempleo. Manuel Jesús nació hace 36 años en Rota (Cádiz). Ese fue el primer destino de su padre, guardia civil jubilado y de la misma provincia procede toda la familia. Ahora viven en la casa cuartel de Villafranco del Guadalquivir (Sevilla), en una vivienda humilde donde entra el aire de la marisma al caer la tarde. Hasta su casa llegaron noticias la pasada semana de que el hijo artista había sido el ganador del primer premio de humor Centro Mediterráneo, un galardón dotado con 200.000 pesetas, que ha organizado la Universidad de Granada en su sede veraniega de Almuñécar. El jurado que falló el premio no estaba compuesto precisamente por un grupo de chiquilicuatros. La decisión la han tomado los dibujantes del curso Humor Gráfico en la Prensa Actual, en el que han participado entre otros, El Roto, Forges, Gallego y Rey, Máximo, Idígoras, Peridis. Martinmorales presidió. Y así ha sido cómo la estampación en acrílico del estudiante sevillano (de adopción) ha sido elegida por "conjugar humor, originalidad, crítica social y calidad artística". Pie y bota Manuel Jesús untó su pie de negro y estampó la huella en el papel. Sobre ella pisa la huella de una bota militar. "La primera representa el pie de un inmigrante y la segunda la pisada de un skinhead", explica el autor. Para qué las palabras. Manuel Jesús asegura que tiene humor y no hay que dudarlo, pero en este caso es crítico, claro. Granada se ha convertido para este pintor-dibujante-restaurador (lo que mande el mercado) en un amuleto. "Allí me han dado el premio, allí me tocó hacer las oposiciones...". Lo que le falta a los puntos deja por fin entrever el humor de Manuel Jesús: "A principios de año me dio un cólico y me recomendaron agua de Lanjarón. Más Granada". Gracia no le falta al premiado, pero la timidez, que le sobra, la eclipsa a ratos. Y bueno, porque todo en la vida no es para reírse, que no provoca carcajada andar matriculándose de sitio en sitio y pendiente de una beca, "porque sin dinero" la cosa cambia. Manuel Jesús se queja de lo difícil que es darse a conocer y encontrar un trabajo. Desde que el jurado ha fallado a su favor es algo más conocido pero "parece que para abrirse camino hay que andar de premio en premio". Por eso, mientras llega lo que tenga que llegar, él se dedica a los encargos que le hacen familiares y conocidos. En el caballete de su habitación descansa un óleo con mar y barco que tiene que restaurar y su primo le ha pedido que le haga una copia de Los girasoles de Van Gogh. Huellas Desde pequeño ya despuntaba el artista. "Yo destacaba en el colegio como dibujante. Los maestros me decían que los trabajos entregados no los había hecho yo, que habría sido mi padre o mi hermano". También recuerda que empezó a pintar con los dedos y que hacía caras, muchas caras que más tarde adornaban los apuntes del instituto y de la universidad. Ahora le ha tocado el turno al pie y con él ha entrado en el universo de los premiados. Su huella será la derecha o la izquierda, pero de lo que no cabe duda es de que ha entrado con buen pie.

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