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Una clase de toques

El fútbolista del Real Madrid Roberto Carlos ejerció ayer de profesor ante decenas de estusiastas chicos y chicas. Con un balón, su pie izquierdo y un moderno micrófono en su mejilla, la estrella madridista impartió una clase de fútbol en un sitio atípico para practicar ese deporte: la plaza de Felipe II (distrito de Salamanca). En ese calle céntrica, la firma deportiva Nike se encargó de instalar un campo de hierba natural de 30 por 30 metros con sus respectivas gradas y porterías. La mitad de los chavales que acudieron a la cita eran jugadores de las categorías inferiores del Real Madrid. El resto habían sido elegidos por el Corte Inglés tras una sorteo. Éstos últimos estaban más nerviosos: "Me tiemblan las piernas", decía Jonatan, un chaval de Guadalajara de 13 años. Isidro, infantil del Madrid, decía a varios chicos: "Yo ya estoy acostumbrado a verle, ya verás que gran tipo es".

A las siete y cuarto de la tarde, Roberto Carlos, irrumpió en el escenario. Le bastaron dos gestos para ganarse al millar de espectadores: una palmada a un chico minusválido y un golpe seco y suave al esférico que se coló por la escuadra de la portería.

El jugador del Real Madrid instruyó a los chicos en la conducción, el control, el pase, el regate y al tiempo bromeó con el público y desmintió al animador del espectáculo: "Que no, que mido 1,80, y no tengo esa cláusula de rescisión de 14.000 millones, estoy libre", decía el defensa del Real Madrid.

Luego, los organizadores sometieron al jugador a varias pruebas. La primera fue la más complicada. Al igual que ocurre en un anuncio de televisión, tuvo que introducir el balón de fútbol por la ventanilla de un Seat 600 pegándole con su pie. "Esto no es nada fácil. En el anuncio lo repetí muchas veces, eh", advirtió Roberto Carlos a la concurrencia. El jugador demostró una gran precisión al colocar dentro del coche varios balones. A continuación, exhibió la potencia de los 58 centímetros de perímetro de su muslo y estuvo a punto de romper la red de varios pelotazos.

Roberto Carlos acabó demostrando que domina tanto a los niños como al balón. Soportó a la chiquillería y repartió sonrisas y autográfos. Niños, adolescentes y madres estaban encantados con el jugador. "Es un genio, y una gran persona", decía Carmen, una mujer que acudió con sus dos hijos de 12 y 14 años. "Esto a mí me relaja mucho", explicó Roberto Carlos. El ídolo está dispuesto a seguir impartiendo clases urbanas de fútbol en todo Madrid. La firma deportiva busca otros lugares en la ciudad para enseñar a más chavales.

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