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Tribuna:LA HORMA DE MI SOMBRERO
Tribuna
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El comisario Maigret JOAN DE SAGARRA

Al regreso de las vacaciones, al abrir la correspondencia, me he llevado la grata sorpresa de hallar cerca de una docena de cartas de lectores y lectoras de este periódico, los cuales se suman, encantados, a la idea que lancé el pasado 18 de julio de crear una asociación, un club de amigos de Georges Simenon. Algunas de estas cartas son preciosas, como la del señor Joan Saladrigas, de Barcelona. "Dec a Simenon", escribe el señor Saladrigas, "hores i hores de deliciosa lectura -sempre nocturna o de tardes plujoses; no podria pas obrir un Simenon sota un sol d"estiu, i alguna vegada il m"est arrivé (això és molt simenonià, oi?) de reservar per a la tardor un Maigret comprat el juliol: em calen els núvols i les llambordes lluentes. Ja m"enteneu". Para el señor Saladrigas, como para la inmensa mayoría de los lectores de Maigret, éste ha sido para él "quasi com una droga". "Un tomb pel Boulevard Richard-Lenoir i un demi a la Brassserie Dauphine (si hi hagés una a Barcelona, se"n podria fer la sèu del club que proposeu) m"han aixecat sovint la moral", me escribe el señor Saladrigas. La señora Clara Camps, de Premià de Dalt, explica: "Em confesso lectora de "Maigrets" de tota la vida i m"ha agradat molt veure que hi ha tanta gent interesesada per Simenon". "Cal dir", añade, "que no només ho sóc jo, sinó que també en el meu entorn, familiars i amics coneixen i llegeixen les aventures del famós comissari". La señora Camps tiene 55 de las 75 novelas que Simenon escribió sobre el famoso comisario (más las 28 nouvelles), y, como el señor Saladrigas, va con su lista a la caza de las que le faltan, en la edición francesa, a ser posible primeras ediciones. "Ara es torna a editar tota la col.lecció en Livre de Poche", dice, "però per a mi no és el mateix". Todos mis corresponsales destacan las virtudes del comisario Maigret: su ternura hacia los perdedores, hacia sus "inoblidables ratés" (dice el señor Saladrigas); esa negativa a juzgar a los pobres diablos a los que detiene ("Comprendre et ne pas juger", reza el ex libris de Simenon). Todos salvo uno: el señor Cabot, de Girona, que se pregunta qué debía hacer el comisario francés durante la ocupación alemana, ese comisario que, al escribir sus memorias (Les Mémoires de Maigret, Presses de la Cité, 1951), nos recuerda que "En moyenne, 65% des crimes commis dans la région parisienne ont des étrangers pour auters". "Un Maigret antisemita (y quien dice semita dice gitano, moro, extranjero, métèque) como el joven Simenon?", se pregunta el señor Cabot. No creo que Maigret fuese un antisemita declarado, pero tampoco lo tengo por un angelito. Didier Gallot, juez de instrucción en Sables-d"Olonne y un simenonista consumado define al comisario con estas palabras: "Démagogue, détestant les connivences sociales, populiste quand c"est nécessaire, un brin xénophobe, Maigret oscille entre Poujade, Arlette Laguiller et l"abbé Pierre". (Simenon ou la comédie humaine, France-Empire, 1999). Culto al Estado, desconfianza respecto al mismo, recelo en cuanto a los ricos y poderosos, pero, a la postre, confianza en un funcionario atípico (Maigret) restableciendo un cierto equilibrio entre pobres y ricos. Todas las contradicciones de la opinión pública francesa (de 1930 hasta bien entrados los sesenta) se hallan concentradas en ese personaje sorprendente, a veces gruñón y una pizca alcolo. Una curiosa y acertada mezcla que justifica el genio intuitivo de Simenon. En cuanto al Club de los amigos de Simenon, o de Maigret, a mí me encantaría que su sede barcelonesa fuese un local parecido a la Brasserie Dauphine de París, pero me contentaría con un bistrot, tranquilo, sin tele, entre el Born y la estación de Francia, con un par de bibliotecas acristaladas para guardar los libros de Simenon y sobre Simenon, y Maigret, más los números de la revista Traces (que publica anualmente el Centre d"Etudes Georges Simenon de la Universidad de Lieja) y de Les cahiers Simenon (que editan Les amis de Simenon, de Bruselas: 1, rue de l"Ancien-Presbytère, boîte 4, 1080 Bruselas). Un local con buena cerveza (la mía es la Guinness, la auténtica, y la budweiser checa, la Budvar), y un buen marc y un buen aguardiente de ciruela; un sitio decente y civilizado, donde poder fumar la pipa o el cigarro, y conversar sobre Simenon y sus criaturas con los amigos, mientras saboreamos (eso sería perfecto) una blanquette de veau, un fricandó à l"oseille o una andouillette purée, como las que cocinaba la santa, resignada y un pelín infeliz, madame Maigret. Socios y clientes, como ha podido comprobar no faltarían. ¿Alguien sabe de un local semejante? P.S. A quienes estén interesados en en encontrar primeras ediciones de Simenon (maigrets y otras novelas) puedo facilitarles la dirección de dos librerías, una en Lieja y otra en París, donde hará unos años encontré alguna que otra joya: Version Originale, rue Sur-la-Fontaine, 90 (Lieja), y la Librairie de la Santé, 15, rue de la Santé (París).

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