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Reportaje:

¡Las 12 y agente social nocturno!

Ya no llevan capa y gorra para resguardarse de los rigores de las madrugadas invernales, ni necesitan un candil para alumbrar sus rondas por las calles. Tampoco cascabelea en sus cinturones un pesado manojo de llaves ni los vecinos hacen palmas para requerir sus servicios. Ya no abren a los despistados las puertas de sus casas ni vocean las horas como un eco humano de las campanadas de la iglesia. Los dos vigilantes que en la noche del miércoles comenzaron a patrullar por las principales vías de la localidad de San Juan (L"Alacantí) sólo se asemejan a los antiguos serenos en que comparten el mismo horario de trabajo, pero saben que nadie va a llamarles por su nomenclatura correcta: agentes sociales nocturnos. Para sus conciudadanos que ayer, entre interesados y divertidos, los veían pasar, José Andrés Ruiz y Rafael Álvarez son los serenos del pueblo. La idea de devolver a las calles de San Juan la presencia de agentes nocturnos surgió de la Asociación de Desempleados de la Provincia de Alicante, una ONG que busca vías de integración laboral para parados de larga duración. Uno de los requisitos para optar a las cuatro plazas de agente social nocturno era superar los 40 años de edad. Ruiz y Álvarez comenzaron a trabajar como técnico electricista y como empleado en el Colegio de Farmacéuticos, respectivamente. Cuando el trabajo les faltó, la principal barrera a la hora de conseguir un nuevo contrato fue la edad. El presidente de la asociación, Manuel Vallejo, acepta que a los agentes sociales nocturnos se les llame popularmente serenos, aunque puntualiza que sus funciones son diferentes. "La figura del sereno fue abolida por real decreto porque realizaba labores de seguridad y vigilancia que asumieron otros cuerpos", señala. Estos nuevos serenos sólo están para ayudar a los vecinos y para informar de los desperfectos en el mobiliario urbano. Su uniforme recuerda al de los guardias de seguridad: camisa color crema, corbata y pantalones marrón oscuro, cinturón blanco y zapatos negros. No llevan armas porque en caso de observar una conducta delictiva no les está permitido intervenir. Deambulan provistos únicamente de una carpeta con el parte de incidencias y su memoria, en la que almacenan datos que puedan resultar útiles a los ciudadanos: dónde está tal calle o qué farmacia es la que está de guardia esa noche. Pasó también el tiempo de llamar al sereno a voces. Ahora llevan un móvil al que los vecinos pueden llamar si necesitan ayuda. Todos parecen contentos con la iniciativa. Los serenos, porque han encontrado trabajo. La asociación, porque ha conseguido que cuatro desempleados firmen dos contratos de 40 horas semanales y dos a tiempo parcial. Y también el Ayuntamiento, que subvenciona la iniciativa con 4.200.000 pesetas en un periodo de prueba de seis meses y está interesado en "promover un tejido empresarial local de corte social", según el alcalde, Francesc de Paula Seva. Los serenos no temen ni siquiera la cercanía de la barriada marginal de Parque Ansaldo. "Esperamos no meternos en ningún lío", dijeron.

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