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SEVILLA99

La marca de Sevilla

Los mundiales quedan señalados por el registro formidable de Michael Johnson y el sueño olímpico de la capital andaluza

Sevilla acogió los Campeonatos del Mundo de atletismo como escalón intermedio a la espera de ver cumplidas sus aspiraciones olímpicas, proyectadas ahora al año 2008. Terminada la competición el domingo, tras nueve días de saltos, carreras y lanzamientos, el aspecto deportivo queda marcado por el fabuloso récord mundial de Michael Johnson en los 400 metros, con esos 43,18 segundos que superaban por 11 centésimas el registro de Harry Reynolds, aposentado en la tabla de plusmarcas desde hacía 11 años. Y la organización del acontecimiento se recordará por una ejecución correcta que, no obstante, penará con dos lunares: por un lado, el estadio no se llenó hasta el cuarto día (con la final de 1.500); las gradas ofrecían notables claros, incluso durante la final de los 100 metros, y, además, las jornadas matinales (de entrada gratuita) se celebraron poco menos que en la intimidad; y por otro, el desaguisado de las giraldillas falsas que lanzaron al mundo un mensaje favorable a los presos etarras. Alrededor de esos contratiempos, Sevilla ha dejado una buena marca en los Mundiales de atletismo. El estadio se ha mostrado rápido en su pista y confortable en sus tribunas. Maurice Greene, que reunió tres medallas de oro, se quedó a una sola centésima del actual récord del mundo en los 100 metros, y la idoneidad de la moqueta sevillana para los velocistas quedó ratificada con la plusmarca de Johnson y la magnífica llegada de los relevos 4x100. Otra cuestión son las carreras largas, en las que los atletas no se ven favorecidos precisamente por las temperaturas que registra Sevilla en verano, los meses en que precisamente se celebran las más grandes competiciones. Pero, de cualquier forma, las pruebas de fondo y medio fondo no son propicias para los récords en estos campeonatos importantes. Generalmente, las plusmarcas se baten en las reuniones de verano, en las que las liebres a sueldo (prohibidas en la competición oficial) marcan desde el principio un ritmo rápido. Esto sólo ocurrió ahora en los 1.500 metros, la final más rápida jamás disputada en esta distancia; y sucedió así gracias al marroquí Kauch, que aceleró la marcha para despejar de rivales la cabeza de carrera y quitar el miedo a su compatriota El Gerruj de sufrir una caída como la que le privó del triunfo en Atlanta.Sólo un récord del mundo, pues, pero de primera magnitud: Johnson se llevará de Sevilla, gracias a esa marca, los 100.000 dólares (más de 15 millones de pesetas) que la federación internacional abona por cada plusmarca mundial (además de los 50.000 dólares que se pagan por medalla de oro, unos 7,8 millones de pesetas).

España ha dado en estos Mundiales un gran salto. Con Yago Lamela, pero también con Abel Antón. El asturiano, de 22 años, se llevó la plata en longitud, lo que extiende la categoría del atletismo español para sacarlo de las carreras de fondo y medio fondo, una tendencia (ahora consolidada) que ya habían apuntado García Chico, en la pértiga de los Juegos de Barcelona, donde obtuvo el bronce, y Peñalver, al lograr entonces la plata en decatlón.

El soriano, de 36 años, se convierte en el primer atleta que gana el maratón de los Mundiales en dos ediciones consecutivas; que son tres para España si se les añade la victoria del alavés Martín Fiz en Gotemburgo 95.

El medio fondo ha brillado a la altura esperada, con el bronce Reyes Estévez en 1.500 metros, al que siguieron Fermín Cacho (cuarto) y Andrés Díaz (quinto), toda una virtual medalla de oro por equipos.

Y Niurka Montalvo le añade a España un oro consorte (se nacionalizó recientemente tras su matrimonio), pero no ha carecido de influencia su nuevo entrenador, Rafael Blanquer, que le limó la forma de saltar.

Tras ellos se han situado algunos atletas de segunda línea que están llamados a lograr pronto éxitos cuando menos similares. Sydney los reunirá a todos dentro de un año. Y todo cuanto allí ocurra llevará ya una marca de Sevilla.

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