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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Cargarse de moral

El truculento espectáculo del (y de) GIL es el test del verano para el optimista. ¿Cómo encontrar algo positivo en que un grupo éticamente reprobable y estéticamente insoportable se haya hecho con una cuota del poder municipal? No es un éxito democrático el que el desprecio de la opinión de los demás y la amenaza obtengan votos. La democracia triunfa cuando ciudadanos libres (es decir, educados e informados) eligen a sus representantes políticos en función de sus preferencias. El que se vote al GIL sólo puede ser producto del miedo, la ignorancia, el interés mafioso o la estupidez. Es una debilidad de la democracia (difícilmente evitable) el que esto suceda, y, por tanto, no es una fuente de optimismo. El GIL y Gil nos permite, sin embargo, evaluar hasta dónde puede llegar un partido político y qué opciones pueden llegar a ser votadas. Cuando analizamos el resto de partidos, a la luz del GIL, nos dan una imagen mucho más optimista de lo habitual de nuestro futuro político. Los casos de corrupción política quedan como ejemplos aislados, las luchas internas parecen saludables y la labor de Gobierno y oposición cobran un sentido real. Podemos diferenciar entre proyectos políticos, que tratan, en general, de impulsar su visión del bien común, arrimando más o menos el ascua a su sardina, y los que tratan de utilizar el poder para enriquecerse de forma directa, rápida y casi reconocida. Nuestros políticos parecen de una timidez monjil y de una vergüenza pública inmensa, al lado de los energúmenos gilitos que desprecian o utilizan torticeramente las reglas de convivencia civilizada.En estos días de descanso y, a veces, de aburrimiento constructivo, es recomendable cargarse de moral para el comienzo del curso. Para tan buen fin, hasta el GIL es útil.- .

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