El PP logra la alcaldía de Zalamea en un pleno repleto de gritos y abucheos
Cualquier cosa menos serena. La moción de censura consumada ayer en el Ayuntamiento de Zalamea (4.900 habitantes) por IU y el PP contra el alcalde socialista, Luis Dávila, se desarrolló en un ambiente ensordecedor que limitó el debate a intervenciones de medio minuto abortadas por el griterío popular. Al final, los seis votos de IU (cuatro escaños) y PP (dos) superaron a los cinco del PSOE, quedando investido el popular Sinforiano Pozo como alcalde para los próximos 20 meses. Después le sustituirá Benjamín Sánchez, de IU, cuya dirección federal ha desautorizado la iniciativa.
Se amaneció temprano ayer en Zalamea de la Serena. La gente se congregó en la plaza de Calderón, absorbida por los comentarios sobre el furibundo discurso del presidente extremeño, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que había pedido la noche anterior a la Fiscalía Anticorrupción que investigara la "compra" del PP a "los traidores de IU". El PSOE había movilizado a sus seguidores contra "esta reedición de la pinza antisocialista", y se esperaba un pleno ruidoso.Entre cafés y cervezas mañaneras, se fue abarrotando el Salón de Actos del Ayuntamiento. Hasta que no entraron los concejales el ambiente sólo fue tenso. Pero la cosa se desmandó nada más llegar el todavía alcalde, Dávila, con gesto más serio que durante su discurso de la noche anterior, y sus dos sustitutos, a los que había llamado "rastreros" horas antes.
A todos les llovieron aplausos, gritos y abucheos, organizados sus partidarios en distintas filas de bancos y en remolinos de gente de pie el final de la sala y en los pasillos laterales. Unos guardias vigilaban, por si acaso, al personal. Ibarra había pedido paz a sus seguidores, pero su anuncio de "cerrar la puerta de la Junta y la Diputación a los dos traidores" (los nuevos alcaldes), pero no a los vecinos "humildes", había contentado a unos y soliviantado a otros. El líder de IU, Benjamín Sánchez, lo calificó, sencillamente, de "impresentable".
Se trató de respetar el orden del día, y desde luego todos aceptaron el rito democrático del voto, pero lo del turno de palabra fue imposible. Una utopía que sólo logró la secretaria del consistorio al leer los trámites del procedimiento. El nuevo alcalde, el popular Sinforiano Pozo, pudo leer únicamente un párrafo de su moción, suficiente para volver a mencionar el "honor" calderoniano, que echaba en falta en el anterior regidor, y explicar que a su partido y a IU les une el interés por el pueblo, aunque "disten ideológicamente". "Pero si son iguales", vociferaban algunos presentes. Un concejal de IU aclaró que el programa de los tres partidos -PSOE, IU y PP- es idéntico "en un 99%" (el gran problema del pueblo es el desempleo).
Dávila interrumpió varias veces la sesión para recordar que sus oponentes no tenían argumentos, que en un mes y medio no los podía haber para apearle del sillón. "La voz del pueblo se expresó el 13 de junio", afirmó en el que era su último pleno tras 16 años como alcalde y haber obtenido el 40% de los votos.
Entre peticiones fracasadas de "uso breve de la palabra", al presidente del pleno -el teniente de alcalde socialista Pedro Sánchez Tamayo-, y apelaciones a la "educación" se llegó a la votación nominal, que condujo a que Pozo, exultante, jurara su cargo entre la pasión de la mitad de la sala. El portavoz socialista José Damián Gil preguntó entonces a los concejales de IU cómo van a obligar a dimitir a Pozo dentro de 20 meses, pues no hay ley que lo prescriba. "¿O es que hay una fianza de dinero por medio?", concluyó. Sánchez se defendió una vez terminada la sesión, alegando la "higiene política" que producirá el cambio de mando, los errores del ya ex alcalde y las motivaciones altruistas de su maniobra, realizada por "dignidad".
La alternancia con el PP está firmada ante notario, pero la dirección de IU "condena" la moción de censura y asegura que los ediles de Zalamea actúan "por su cuenta". El secretario de Política Municipal, Francisco Herrera, considera que estos pactos contra el PSOE no deberían producirse "nunca" ya que son contrarios a la política aprobada en los órganos de dirección de IU, pero añadió que no caben sanciones disciplinarias.
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