"El GIL me utiliza a mí y yo les utilizo a ellos"
Es la gran protagonista de una extraña historia de transfuguismo que ha dado el Gobierno de Ceuta al Grupo Independiente Liberal (GIL) que dirige Jesús Gil. Susana Bermúdez, 30 años, sabe que hay mucha gente que piensa de ella que se ha llevado dinero o que ha traicionado a los que la votaron. No parece importarle mucho porque está convencida de que los que la apoyan en Ceuta son muchos más. Entre ellos están 12.500 ceutíes que votaron al GIL, formación en la que Bermúdez confía para que le deje desarrollar la labor de consejera de Cultura y Patrimonio. Ayer por la mañana mantuvo la primera reunión con las personas que formarán el Gobierno del GIL, entre las que está su marido, otro socialista que ha conseguido, gracias a que el voto de su mujer era imprescindible, que el GIL le conceda la viceconsejería de Participación Ciudadana.Pregunta. ¿Cómo ha sido la reunión de esta mañana con sus nuevos compañeros, cómo la han tratado?
Respuesta. Bien, son muy amables, no sólo conmigo, también entre ellos. La verdad es que se trabaja mucho más a gusto que en otras reuniones a las que yo he ido toda mi vida, especialmente en el PSOE.
P. Ahora tienen que cuidarla.
R. Me tienen que tratar bien. Lo más importante es que para trabajar en política hay que sentirse a gusto, antes no lo estaba y ahora sí.
P. ¿Le han dado lo que quería?
R. De momento, sí. No tengo queja. Todo está saliendo según lo previsto.
P. También un puesto para su marido.
R. Él lo ha negociado independientemente, pero me parece muy bien, claro.
P. Pero se lo han dado porque necesitan su voto.
R. Pero eso es lo normal, ¿no? Me están dando todo lo que quería y que los otros no me dieron. Me parece perfectamente lógico. Me necesitan y me tratan bien. Es un pacto de Gobierno, nada más.
P. ¿Cree que los votantes socialistas entenderán su decisión? R. Mucha gente me para por la calle y me da la enhorabuena. P. Pero son gente del GIL, ¿no?
R. No sólo. Hay muchos militantes, incluso del PSOE, que me han dado su apoyo, aunque no doy nombres porque les comprometería. La dirección lo tiene claro, y por eso expulsan a mi padre, pero los militantes no tanto.
P. ¿Cuánta gente le apoya dentro del PSOE?
R. Por apoyar la moción de censura, mucha. Ahora, lo de entrar en el Gobierno con el GIL ya no lo tienen tan claro.
P. ¿Cómo le explicaría a alguien que hubiera votado al PSOE, es decir a usted, aunque fuera la número cuatro de la lista, lo que ha hecho?
R. Tendrían que entender que todo lo que hice cuando apoyé el pacto con el PP fue por disciplina de partido, que mi situación era muy complicada. Ahora entiendo que mucha gente en mi lugar no habría hecho lo mismo, pero para eso la decisión era mía. En el fondo, después de todo lo que se ha dicho y escrito, empieza a darme un poco igual todo.
P. ¿Cree que no se arrepentirá?
R. Ahora mismo no, quizás dentro de un año cuando vea cómo va la gestión. Todos tenemos derecho a equivocarnos. P. Al margen de lo que diga la ley, ¿cree que ese voto -siendo la número cuatro de la lista y por tanto no habiendo sido elegida directamente- le pertenecía como para traicionar a los electores?
R. Es el debate más profundo que hemos tenido en mi familia. Sé que no es muy ético. Siempre había criticado el transfuguismo, pero me lo pensé mucho y tomé esta decisión. No me arrepiento. Si quieren acabar con el transfuguismo que cambien la ley y que no me critiquen a mí. Los más beneficiados del transfuguismo son el PSOE y el PP.
P. No es ético, pero lo ha hecho.
R. Sí, porque pensé que quizás, si me iba de mi escaño, estuviera privando a Ceuta del progreso.
P. ¿El GIL es el progreso?
R. No digo eso, pero su programa puede hacer progresar a Ceuta en el tema del empleo y demás. Si les han votado será por algo.
P. ¿Le parece que la distribución de cargos, con la que no estaba de acuerdo, es un argumento para echar abajo un gobierno?
R. No es el único, pero es un elemento más. Te va minando. Además de eso, es que me trataban muy mal.
P. ¿No le importa que le llamen tránsfuga y que se hable de voto comprado?
R. Depende de quién lo diga. Me da un poco igual, pero ayer [por el lunes, antes de entrar en el pleno] vi a gente que me apoyaba y me decía que había hecho bien. No me lo esperaba.
P. Usted elaboró el programa de pacto con el PP y ahora lo critica. ¿Qué ha cambiado en sólo un mes?
R. Pues porque no se estaba haciendo nada. El programa estaba muy bien. Además, la mayoría de las cosas las aporté yo. Luego todo quedó en el olvido.
P. ¿Por qué ninguno de los socialistas que estaban en el Gobierno pensaba como usted?
R. Porque no sabían verlo, porque estaban dentro. Eran como corderitos. Parecían ya miembros del PP.
P. La mayoría de los miembros del Gobierno tripartito piensa que su argumento sobre el maltrato y la injusticia en el reparto de cargos no es creíble, porque la fuerza que le daba su voto podía haberla llevado a una negociación con el presidente Jesús Fortes, del PP, en la que con toda seguridad le hubiera ofrecido lo que hubiera querido. ¿Por qué no les dijo nada, no les amenazó con irse al GIL para que cambiaran?
R. Hay que saber cómo funcionan los partidos, yo no podía enfrentarme con la dirección, estaba aguantando para ver qué pasaba.
P. Y lo que ha hecho, ¿no es enfrentarse del todo?
R. No. He roto, que es distinto. O tragaba mierda o rompía. No tenía término medio.
P. ¿Y no podía pasarse al grupo mixto y apoyar al Gobierno? R. Entonces estaría cuatro años aguantando lo mismo. Era un pacto contra natura.
P. Pero entonces, ¿por qué lo firmó hace sólo un mes?
R. Por disciplina de partido. No me quedaba otro remedio. El paso que he dado ha sido muy grande. Pero no podía hacer otra cosa. Yo no iba a aceptar el acta de diputado, en su día, porque no quería ese pacto. Igual que hicieron el número uno, dos y tres. Pero luego cambié de opinión.
P. ¿No había término medio entre lo que ha hecho y seguir con el PSOE?
R. No. Ellos ya pensaban que tenían un borreguito más, que era Juan Gómez [número 7 de la lista] que iba a hacer lo que le dijeran sólo por figurar. Lo habían puesto en la lista, y todavía no sé cómo.
P. Se estarán arrepintiendo de haberla puesto a usted.
R. Pues sí. Yo les he traicionado, pero nuestro enemigo político era el PP, no el GIL.
P. Su padre dice que él siempre atacó al GIL.
R. Pero mucho más al PP, con el que acabamos pactando. El GIL era un enemigo más.
P. ¿Tiene mucho que ganar con el GIL?
R. Como política, sí. Me voy a realizar con algo que siempre he querido ser, que es consejera de Cultura. Es algo que quiero hacer. Cosas por la sociedad y por mis vecinos. Ahora, también está claro que mi carrera política está muy difícil. Jamás hubiera pensado que iba a hacer algo en política fuera del PSOE. Y ahora ya no me aceptarían ni en 100 años.
P. Y entonces, para seguir su carrera, ¿se va a afiliar al GIL? R. No lo he pensado. Sigo siendo socialista y creyendo en el PSOE. Y le seguiré votando, aunque depende del candidato. Pero para mí sólo quedan dos opciones dentro de cuatro años. O me marcho o me paso al GIL. Pero bueno, aquí en Ceuta también ha habido políticos que han dejado el PSOE y luego han vuelto por su cuenta. No sé, todo eso ya se verá.
P. ¿El GIL es un partido de extrema derecha?
R. No es un partido, es un grupo. Yo no sé lo que pasa en Marbella. Habrá que coger lo bueno de lo que se ha hecho allí. Pero aquí hay gente en el GIL muy valiosa, a la que conozco y sé cómo trabaja.
P. ¿No tiene miedo de que le domine el GIL?
R. No. A mí me van a dejar hacer lo mío. No tengo miedo de que me coman la parte que me toca.
P. Hasta ahora, la han utilizado, ¿no?
R. Si hablamos de utilizar, el GIL me ha utilizado, pero yo tambén a ellos, eso está claro, y no me importa decirlo. Esto es un juego. A mí me gustaría utilizar a EL PAÍS para que pusiera algo bueno de mí, y a usted le gustaría utilizarme para sacar el tema del día, esto es así. Lo de mi pacto con el GIL no es más que una circunstancia.
P. Pero se ha convertido en la heroína del GIL.
R. La heroína del GIL y la heroína del pueblo. Suena fatal, pero es que la gente me lo dice así. Anoche, cuando salí a tomar algo, parecía como si yo fuera una virgen, una aparecida. Dios mío, me da hasta miedo.
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