Cacho anuncia un as en la manga contra El Guerruj
El soriano, Estévez y Díaz, que empiezan hoy sus series, sueñan con una final en la que no temen ni al mismísimo plusmarquista mundial
Hicham El Guerruj, Noah Ngeny, Nurredín Morceli, Fermín Cacho, Reyes Estévez, Andrés Díaz, Rui Silva, Laban Rotich, Bernard Lagat, Alí Saíd, Driss Maazuzi... Suficientes nombres, demasiadas buenas marcas, mucho buen material, tanto de todo como para pensar que la guerra de los 1.500 metros, la prueba más aristocrática del atletismo, las tres batallas que comienzan hoy en el estadio de Sevilla, será una de las más disputadas de la historia. Pero no."Alto ahí", se exalta Fermín Cacho. "Los 1.500 más competidos fueron los de Barcelona 92. Y los gané yo, eh".
Antes incluso de saltar al tartán sevillano, antes de calzarse sus zapatillas de competición, los atletas han empezado a desplegar su estrategia para los 1.500 metros, una prueba que según el programa comienza hoy con la primera selección (20.25 horas), continúa mañana (semifinales a las 21.30) y culmina el martes (final a las 21.10). Tres carreras en cuatro días. Y una víspera de bravatas, fanfarronadas, amagos y escondites.
Cacho, Estévez y Díaz, los tres españoles en liza, se presentan juntos. Cacho, el soriano veterano y laureado (30 años, oro en los Juegos de Barcelona 92 y plata en los de Atlanta 96; plata en los Mundiales de Stuttgart 93 y Atenas 97), siempre un paso por delante de los demás, adelantándose con la palabra, anticipo de lo que sucederá en la pista, se supone. "Es que compitiendo medianamente bien se puede ganar el Mundial", dice. "Y compitiendo muy bien se bate el récord del mundo". Y sigue: "Yo a ellos ya los he visto, y ellos a mí no, porque hasta ahora he hecho malas marcas. Y lo prefiero: así ellos se preocupan de mí. Es que tampoco les he visto a los demás tan maravillosamente bien".
Ellos no son precisamente Reyes Estévez (23 años, bronce en Atenas 97, relevo natural del soriano) y Andrés Díaz (30 años, bronce en el Mundial de pista cubierta de Maebashi 99), sino Hicham El Guerruj (un marroquí de 24 años que tiene desde el año pasado el récord del mundo en 3.26.00 y que este verano ha corrido en 3.28.57 y ha dejado el récord mundial de la milla en 3.43.13) y Noah Ngeny (un keniano de 20 años que ha corrido los 1.500 en 3.28.84). En cuanto a Cacho, él se queda en 3.33.61. "Y, además, yo tengo la táctica para derrotar a El Guerruj, pero prefiero no decirla para que no se aprovechen los demás", concluye.
El barcelonés Reyes Estévez (3.31.99 este verano) prefiere, mientras tanto, mirar hacia abajo, dibujar monigores en un papel con su mano izquierda, no entrar en la dinámica cachiana. Prefiere jugar al escondite. "La verdad es que estaría mejor de forma si la carrera se disputara una semana más tade, estaría mucho más fino", dice el atleta. "He sufrido una lesión que me ha retrasado la preparación, pero me encuentro al 95% de como estaba cuando gané los Europeos de Budapest. Por lo menos estoy mejor que en Zúrich".
Y a la derecha del padre, es decir, de Cacho, Andrés Díaz. El coruñés también mira para abajo cuando el soriano lanza sus baladronadas. Precisamente él, que ha derrotado a Cacho y a Estévez un par de veces este verano parece el más ajeno a la historia.
"Es que hasta hace nada yo era un tipo que estaba tomando cañas con los amigos en La Coruña y que de vez en cuando me iba a disputar los campeonatos de España y volvía", cuenta, tímido. "Y que desde los 25 años he tenido que pasar una evolución muy rápida, porque antes era un corredor normal de 800 metros, prueba en la que nunca bajé de 1.45 porque al no haber empezado joven me falta una buena base de velocidad, al que un día Manuel Pascua, el entrenador, le dijo: "tú, que sin entrenar apenas corres los 1.500 en 3.41, tienes un margen de progresión tremendo". Le creí, pegué el salto y aquí estoy. Antes pasé por Maebashi, por el Mundial en pista cubierta, donde de verdad cambié de mentalidad. Me hice otro. Hasta entonces estaba yo con el agobio de no haber logrado medalla en ninguna gran competición, y el bronce japonés [tras Gebreselasie y Rotich] me serenó. Pero tampoco es para tanto. Todavía estoy aprendiendo. Yo estoy más hecho a las carreras de 800 metros, en las que casi todo es velocidad, y por eso me ponen nervioso los pulsos tácticos con que normalmente se resuelven las carreras de 1.500 metros. De todas formas ésta será, o espero que sea, una carrera rápida y táctica, que no andará por encima de los 3.36, porque este año ha habido un par de tipos que han bajado de 3.29 [El Guerruj y Ngeny] y cuatro más en 3.30 [Lagat, Silva, Morceli y Alí Said-Sief]. Y después del Mundial me quedan tres o cuatro carreras en las que intentaré hacer una buena marca, que es lo que me falta este año".
Cada uno, un mundo, y, sin embargo, la tradición española que ha convertido a los 1.500 en una prueba fetiche desde los tiempos de González y Abascal (pese a no haber ganado ningún Mundial, el 1.500 español es el primero en la clasificació histórica de la IAAF, por delante de Argelia y Marruecos) exige un cierto nivel de declaraciones de gloria colectiva.
"No hay nada imposible", dice Cacho cuando se le espeta eso de que por qué no tres españoles en los tres primeros puestos. "Hace dos años, estuvimos dos entre los tres primeros, y si en este Mundial llegamos tres a la final, las posibilidades aumentan". Díaz es menos soñador, pero por poco: "Hombre, tres es muy difícil, pero llegar a dos medallas es posible". Y Estévez se muestra más realista: "Nunca se sabe, pero es prácticamente imposible".
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