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Dos deportes, dos mundos

La Federación Internacional de Atletismo se muestra reticente a los controles de sangre, habituales ya con los ciclistas

Carlos Arribas

Hace tres años la sospecha sobre el uso de la eritropoietina (EPO) en el ciclismo se convirtió en percepción generalizada, y los propios ciclistas, cargados hasta las cachas de mala conciencia, fueron los primeros en dar un paso revolucionario. La EPO -el producto mágico que aumenta el número de glóbulos rojos en nuestra sangre y con ellos multiplica nuestra resistencia y nuestra capacidad de recuperación (las componentes básicas del deporte)- es una sustancia indetectable tanto en sangre como en orina. Y ya que eso es así, dijeron apesadumbrados los corredores, nosotros nos sometemos voluntarios a un nuevo tipo de análisis: con una mínima cantidad de sangre de nuestros capilares y con un sencillo método analítico, en pocos minutos cualquier analista inexperto, incluso nosotros mismos si a eso vamos, será capaz de determinar el valor del hematocrito (porcentaje de glóbulos rojos, los que transportan oxígeno, sobre el total del torrente sanguíneo); pues bien, si ese hematocrito es superior al 50%, convendremos en que el corredor no es apto para correr. Gran éxito el de los ciclistas: en su tercer año de aplicación, y después de pasar, uno tras otro, los casos Festina, Pantani, Riis y alguno más, el ciclismo ha conseguido que todas las crónicas que de él se escriban contengan varias veces la palabra dopaje. No hay niño que no piense que sus héroes del pedal no recurren a sustancias ilegales y perjudiciales para la salud para mejorar su rendimiento.A un entrenador francés, o un atleta inglés, se le ocurrió comentar hace algún tiempo, sin ninguna prueba en su poder, eso es cierto, que le resultaba sospechosa la buena marcha del maratón español, y que eso le olía a dopaje sanguíneo, o sea a EPO, pero a nadie, y menos a los atletas, se les ocurrió pedir para su deporte análisis de sangre que por un lado demostraran su limpieza y por otro frenaran el posible uso extendido. Todo lo contrario: todo son campañas de envidiosos por nuestro trabajo.

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El maestro, la alumna y la nandrolona

En menos de 10 días, y a menos de otros 10 del comienzo de los Mundiales de atletismo, salen a la luz controles positivos de Lindford Christie, Merlene Ottey y Javier Sotomayor, tres de las mayores estrellas del atletismo en las dos últimas décadas; pocos días antes la federación internacional castiga a Dennis Mitchell, uno de los mejores velocistas de los últimos tiempos, a dos años de suspensión. Un par de asuntos serios, por lo menos. ¿Y qué dicen los atletas? Pues sencillamente que, dado que la cocaína no tenía por qué ayudar a Javier Sotomayor, recordman del mundo con 2,45 metros, a saltar 2,30 metros en Winnipeg, pues que seguramente hubo algo raro con su análisis. Y que dado que Lindford Christie y Merlene Ottey, ambos positivos por nandrolona, un esteroide anabolizante muy utilizado pese a que todo el mundo entre los sabios diga que está pasado de moda, tienen, los dos, 39 años y que están en el ocaso de su carrera, pues que es muy extraño que recurran a doparse ahora, cuando nunca han dado positivo antes. O en palabras de Marion Jones, la reina femenina de la velocidad: "El sistema de controles no es fiable". Y como un brindis al sol, su compatriota Maurice Greene, el hombre más rápido del mundo, propone controles de sangre para los Juegos de Sydney 2000, cuando los productos más útiles para los velocistas (los anabolizantes) se detectan por igual en sangre que en orina, y cuando la IAAF (federación internacional) no se atreve a aprobarlos por los problemas legales que pudieran acarrear si algún atleta recurriera ante los tribunales por considerar invadida su intimidad.

Resultado: la palabra dopaje sale en algunos titulares las vísperas de los Mundiales, pero no volverá a aparecer en las crónicas; bastante pagó su peaje el atletismo con el caso Ben Johnson hace 11 años. Y tampoco se esperan en Sevilla redadas policiales en los hoteles de los deportistas para acabar con los arsenales de sustancias prohibidas.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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