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Reportaje:Jornal de agosto

El hombre-taller

Sergio Albo trabaja durante el verano en las colonias urbanas municipales de Fuenlabrada

F. Javier Barroso

Sergio Albo entró "de rebote" en su profesión. Este vecino de Fuenlabrada, de 22 años, estudió para ser técnico de administración y gestión de empresas. Cuando ingresó en Animajoven (una empresa del Ayuntamiento fuenlabreño) se dio cuenta de que le gustaba más ser monitor y coordinador de campamentos. De eso hace ya tres años. En agosto dirige, junto a otros seis monitores, a las colonias urbanas para niños de hasta 14 años.Su actividad comienza todos los días a la ocho de la mañana. A esa hora se encamina al colegio público Benito Pérez Galdós, que durante los meses de estío se ha convertido en un improvisado campamento urbano. Sergio se encarga de un grupo de 12 niños con edades entre los 7 y los 9 años. Cuenta, además, con la ayuda de un monitor en prácticas. Les prepara talleres y diversiones para entretenerlos hasta las cinco de la tarde. "Lo que me resulta más duro es el trabajo previo. Tenemos reuniones entre los monitores y los coordinadores en las que decidimos qué actividades preparamos para las colonias. Después de cada jornada también nos toca evaluar el día y preparar el siguiente. Al final, pierdes mucho tiempo de tu vida privada", explica Sergio. Todo ese esfuerzo implica también, según este fuenlabreño, "grandes satisfacciones personales". Bastantes jóvenes han cambiado su actitud hacia los demás tras pasar por las colonias, afirma Sergio. "Recuerdo que un niño dijo, en medio de una actividad, que odiaba a los negros. A renglón seguido añadió que deberían marcharse a su país. Poco a poco, empezamos a hacer juegos y talleres de cooperación y al final de la colonia el niño aprendió a respetar al resto de las personas sin hacer distinciones por su color o cultura. En ese momento te das cuenta de que tu trabajo sirve realmente para algo muy positivo", recuerda Sergio. Las colonias duran 15 días y cuestan 10.000 pesetas. El programa diario empieza con una hora de juegos o canciones para pasar después a hacer trabajos manuales, que siempre se llevan a cabo en equipo de tal modo que participe todo el grupo. A partir de las doce hacen juegos con agua en el patio para pasar los rigores del calor veraniego. Después, llega la hora de la comida (incluida en el precio) y otra nueva tanda de talleres. Así, se llega hasta el final de la jornada, alrededor de las cinco de la tarde. El programa también incluye el salir tres veces a una piscina municipal y el pasar todo un día en un parque cercano. "Aquí tienes que estar con 20.000 ojos para que ningún niño se despiste o se pierda. Es mucha responsabilidad", asegura.

"Estas colonias urbanas las organizamos, sobre todo, para padres que no tienen con quien dejar a sus hijos mientras están trabajando. No faltan tampoco padres que quieren que sus hijos se relacionen con otros niños y que hagan nuevos amigos o familias que no pueden irse de veraneo y que quieren darles alguna diversión. Hemos tenido casos de chavales que al principio no querían venir y que luego han pedido repetir en la siguiente quincena, lo cual resulta muy agradable, al menos para mí", señala Sergio.

Una actividad que requiere la atención de todos los monitores es la comida. Los problemas a los que se enfrentan es que a los niños les gustan determinados alimentos y no suelen comer otros. "Le dedicamos dos horas porque a veces se ponen a jugar con la comida o no comen porque se ponen a hablar. Hay platos, como las lentejas, que nos dan un trabajo especial. A los niños no les agradan, por lo que los monitores tenemos que estar detrás de ellos para que se las terminen", confiesa.

Sergio dedica el resto del año a organizar talleres y cursos para jóvenes de los institutos de Fuenlabrada. Su especialidad son los que tienen entre 15 y 20 años, a los que enseña a ser solidarios, o sexualidad, entre otras materias. Además, es el vicepresidente segundo del Consejo de la Juventud de Fuenlabrada y secretario de la asociación Germinal. "Las colonias de verano te sirven como descanso de todo el año. Cuando llega mayo o junio, tienes ganas de que empiecen para estar con los chavales, pero cuando ya llega el final, te apetece volver a tu actividad normal", explica. "Además, éste es un trabajo que engancha. Siempre estás formándote y pensando cómo crear más y mejores talleres que les gusten a los niños".

Este fuenlabreño pretende retomar en breve sus estudios. Los dejó cuando terminó el COU y ahora quiere cursar alguna carrera que esté relacionada con su actividad como monitor y coordinador. De momento, no ha decidido si se matriculará en Psicología, Trabajo Social o Pedagogía. "Eso será más adelante, porque, de momento, a partir del martes tenemos a un nuevo grupo de chavales", recuerda Sergio.

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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