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Ni cielo, ni infierno

Hace tiempo que desapareció el limbo. En este mes de julio, según lo que dicen los periódicos a propósito de los discursos del Papa, el paraíso se ha difuminado. (...) También el infierno ha sido borrado. (...) En los últimos años, los sermones y los documentos eclesiásticos se habían concentrado sobre cuestiones éticas y sociales. (...) El pecado original y la gracia, el cielo, el infierno y el purgatorio parecían haber caído en el olvido. La innata atracción por el misterio ha inducido a muchos a aventurarse en los territorios desconocidos del alma y del más allá, ya no en la barca de Pedro, sino en otras nuevas naves piratas. Este factor, junto con la progresiva descristianización de los mismos católicos, cada vez más confusos respecto al abc de la fe, ha hecho sonar la alarma en la Iglesia. (...) La confusión empezó en los años del Vaticano II, cuando la Iglesia decidió ocuparse más de sociología que de doctrina. (...) Pero la Iglesia no puede permitirse novedades: un cambio de doctrina que contradiga la fe como ha sido transmitida y definida desde los orígenes significa la herejía. Por este motivo, ya en 1979 intervino el antiguo Santo Oficio para corregir los errores de doctrina que comenzaban a difundirse. Sin embargo, las fisuras han seguido produciéndose. (...) Los jesuitas (...) han defendido la fidelidad de la Iglesia a las palabras de Jesús (que afirma claramente la existencia del infierno), pero invitando a la vez a confiar en la infinita misericordia de Dios. El Papa se ha movido en esta dirección (...).

, 14 de agosto

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