La Palma de las galaxias
- El increíble hombre menguante. Noticia del día: que el Ejecutivo entrega al Gobierno chileno cinco informes sobre lo de Pinochet. Dos informes son sobre arbitraje. Seguro que al menos uno recoge la doctrina del árbitro Guruzeta. Hola, soy yo. Estoy en Palma. Palma, últimas tendencias: a) Mar Flores acaba de llegar a la isla -la excitación colectiva es palpable: en Felanitx, un payés que ayer se rascaba la cabeza una vez al día, ahora lo hace 1,2 veces-, y b) concluye un fabuloso torneo de pádel, que ha reunido a toda la derecha veraneante que ha girado hacia el centro y hacia el pádel. El torneo confirmó la expansión de la Costa del Aznahar hasta Mallorca. El Mediterráneo, en fin, es un nexo de comunicación entre culturas. Siempre y cuando esas culturas no viajen en pateras. O -¿vieron esa terrible foto?- en botes de juguete -¿la patera de la Señorita Pepis?-. En otro orden de cosas, varias compañías aéreas han perdido en dos ocasiones mi maleta. En un periodo de, glups, 48 horas. El anterior récord de desapariciones aéreas, que ahora ha quedado hecho trizas, lo tenía una compañía aérea del Triángulo de las Bermudas. En este momento me estoy poniendo mono para ir al cine. A ver la última entrega de La guerra de las galaxias. Estreno en primicia. Como no tengo maleta, dudo ante el espejo si asistiré a la gala vestido con las toallas, o con un par de rollos de papel higiénico. Son las posibilidades que gentilmente me brinda la habitación de mi hotel. Hummm, creo que me decidiré por el papel higiénico.- La galaxia y el planeta Tierra. El acto es en el cine Augusta. Anteriormente fue un almacén de madera y luego una prisión terminal para presos republicanos durante el Big Kahuna. La historia de este país es la pera. Uno le explica la historia de este país a un marciano y se vuelve a su planeta y trae a su suegra. Bueno. Estaba previsto que el acto estuviera lleno de famosos, pero por lo visto los famosos ésos hoy tenían reunión de escalera en otro punto del planeta. Las cámaras de la tele buscan famosos por todas partes en el hall del cine. Por lo visto, si no hay famosos, los actos no se producen. Siguiendo esa lógica, sólo quedará constancia de que el hombre ha llegado a la Luna cuando el padre Apeles llegue a la Luna. Si se decide, el viaje de ida ya lo pago yo. Las cámaras tienen tanto mono de famosos que por ahí pasa un exministro de UCD y seguro que lo entrevistan. Sea como sea, las cámaras se aplican a la cosa y localizan a la modelo Inés Sastre, que para tal ocasión se ha decidido por un vestido y dos zapatos -he olvidado mis gafas de rayos X, por lo que no puedo darles más detalles-; a Camilo José Cela Jr. -el único Camilo José Cela del planeta que asiste gratis a algún acto-; a Álvaro de Marichalar -la moto acuática aparcada en doble fila frente al cine debe de ser suya-; al nuevo presi balear y otros chicos de su new power generation; a escritores mallorquines, escritores peninsulares, intelectuales como Paloma Lago, una descendiente de Carlos March y un descendiente de Franco que, como sus ancestros, han unido sus destinos -en este caso, sentimentalmente-; a Pilar Borbón, en lo que es -me dicen-, su primer acto público desde que una orden judicial le obligó a demoler parte de su casa de veraneo en la isla; a Simoneta Gómez Acebo -se parece tanto a Rociíto que duele-. Se inicia la proyección. Finaliza la proyección. Les chafo el final: el asesino no es el mayordomo. El público sale de la sala. Las cámaras piden una valoración del filme a los famosos y a los tipos su-cara-me-suena. Intento gesticular la cara de algún famoso, a ver si me preguntan algo. Después de mucho esfuerzo facial consigo algo parecido a la cara de Popeye. Pero ni así.
- Epilogue. A la salida del cine, unos autobuses esperan a los invitados king-size para llevarles a un cenorrio al castillo de Bellver. La cosa ésa de los autobuses gasta tanta estética de boda en los setenta que seguro que los invitados cantan La bamba durante el trayecto y le cortan la corbata al invitado de más edad. Tenemos más hambre que el perrito de Paulov. Las señoritas llevan las uñas de los pies pintadas con colores divertidos. Les miras los pies y los dedos parecen gusanos simpáticos.
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