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Las razones de don Mendo

La venganza de don Mendo es, más allá de cualquier lectura ideológica que quiera hacerse, un clásico en el mejor sentido de la palabra. Como comedia, Pedro Muñoz Seca construyó una verdadera máquina de crear (¿o destruir?) lenguaje a golpe de genio y de ingenio y, sobre todo, capaz de provocar entre el público un aluvión de carcajadas irrefrenable. Es un clásico porque mantiene intacta la frescura y la brillantez de sus requiebros y del absurdo más genuino de la astracanada, que salta por encima de todos los tópicos románticos de la peor y más ramplona literatura de principios de siglo y los revienta a ripios. La historia medievalizante del pobre y archicornudo don Mendo en versión del Tricicle es una oportunidad para acercarse (hoy en el Camp de Mart de Tarragona y de viernes a domingo en el teatro Arnau de Barcelona) a una obra teatral tal vez poco conocida entre los espectadores más jóvenes, pero infinitamente mejor que la mayoría de comedias que corren hoy por el cine y la televisión, de modo que son los jóvenes quienes más se pueden sorprender ante la desvergonzada originalidad y el disparate de La venganza de don Mendo. La versión del Tricicle es, además, una versión que, sin perder fidelidad al original, ha sido adaptada a los gustos de hoy. Y adenás es interpretada por un equipo de actores de eficacia probada durante muchos meses de éxito en Barcelona. ¿Más razones para no perderse este estupendo montaje? Aparte de que es un texto desternillante y de que el montaje es francamente bueno, la verdad es que no se me ocurre ninguna otra razón. -

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