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CRISIS EN RUSIA

Moscú teme que se recrudezcan los atentados de integristas

La nueva crisis provocada por separatistas musulmanes en Daguestán ya está influyendo en Moscú y en otras ciudades rusas, en las que se acrecientan los temores de posibles atentados cometidos por fundamentalistas. Uno de los resultados de la reunión que el primer ministro, Vladímir Putin, mantuvo esta mañana con el presidente Borís Yeltsin ha sido el reforzamiento de las medidas de seguridad en las principales ciudades.Las medidas suponen aumentar la protección de los edificios ocupados por ministerios y otras instuticiones gubernamentales, así como las fábricas estratégicas y de materiales explosivos. Al mismo tiempo, habrá más policías de patrulla en las estaciones de tren y metro, y se prestará especial atención a los paquetes abandonados en lugares públicos.

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En la sociedad rusa, además, cunde el miedo a que estalle un guerra en toda regla, como la que hubo entre Rusia y Chechenia en 1995-1996, que dejó decenas de miles de muertos y terminó con la derrota de Moscú. A pesar de este temor, la mayoría de los rusos son partidarios de utilizar al Ejército para aplastar a los integristas. Así, ayer la emisora Eco de Moscú realizó una encuesta telefónica. El resultado fue que el 54% de los que llamaron están de acuerdo con el uso de la fuerza militar en Daguestán. Este resultado no deja de ser sorprendente si se tiene en cuenta que la heridas dejadas por la guerra de Chechenia todavía no han cicatrizado, y que la encuesta fue realizada entre moscovitas, que teóricamente son más progresistas que los rusos del resto del país.

Temores sin fundamento

Los temores de una nueva guera sangrienta, sin embargo, no parece que tengan fundamento. La situación en Daguestán no se puede comparar a la que existía en Chechenia cuando estalló el conflicto con Moscú. En primer lugar, la historia de los chechenos es la historia de la lucha por la independencia. En segundo lugar, Chechenia disponía de un Gobierno que había proclamado la independencia en 1990 con el apoyo masivo de la población y que gozaba de total soberanía hasta que, a fines de 1994, Yeltsin decidió que con una guerra relámpago y fácil podía recuperar la popularidad. En tercer lugar, Chechenia es una república monoétnica. Daguestán no reúne ninguna de estas características: sus dos millones de habitanes están divididos en una cuarentena de grupos étnicos, la población no tiene ánimos independentistas y el Gobierno es fiel a Moscú. Por último, el grupo de integristas, que pertenece al wahabismo, no sólo es minoritario entre la población daguestana sino incluso entre los musulmanes practicantes de esa república. El Estado islámico independiente proclamado ayer sólo existe en la mente de los extremistas.

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