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Villaronga vuelve al cine de autor con "El mar"

Cristina Galindo

VIENE DE LA PÁGINA 1 Por las habitaciones del sanatorio -un centro entre Terrassa y Matadepera que llegó a albergar hasta a 1.200 pacientes y que hoy en día sólo sirve como consultorio para enfermedades del pulmón- deambulan actores en batín y zapatillas a cuadros y actrices con hábito de monja. Son los habitantes de este ambiente un tanto claustrofóbico que ha querido pintar Villaronga. La ubicación es idéntica, aunque a lo grande, al sanatorio de Caubet, en la isla de Mallorca, donde sucede la novela de Bonet. El trío protagonista, dos tuberculosos adolescentes y una monja de su misma edad, está interpretado por actores noveles. Este aspecto ha sido especialmente cuidado por el director y por la productora ejecutiva, Isona Passola, que querían conservar a toda costa "la autenticidad" que supone contar con intérpretes casi vírgenes. Bruno Bergonzini, conocido entre el público catalán por su papel en el culebrón de TV-3 Laberint d"ombres, es Manuel Tur, Roger Casamajor es Ramallo y la debutante Antònia Torrens es la hermana Francisca. Junto a ellos aparece una pareja de veteranos: Simón Andreu y Ángela Molina, que dan vida al matrimonio que se encarga de la intendencia del hospital. Él es un personaje rudo y un poco crápula. Lleva la piel tapizada por unos tatuajes que se imprime él mismo, trafica con penicilina y "coloca a cada uno en su sitio", comenta Andreu. Ella es, en palabras de la actriz, "contradictoria, sencilla y transparente". Una mujer que no tiene hijos y que se vuelca en los enfermos: "Es su cómplice, conoce y vive sus miserias, y les quiere de verdad". Sobre todo, al muchacho que interpreta Bergonzini, a quien inicia en las lides del amor. Misticismo Éste es un místico, un joven de profundas convicciones religiosas que está en la fase terminal de la enfermedad. Bergonzini cuenta que es un ser "muy humano, muy complicado". La inmediatez de la muerte le hace vivir todo con "mucha intensidad". Sobre todo a partir de la entrada en escena de Ramallo, un amigo de la infancia, vital y rebelde, que le provocará sentimientos encontrados y le hará dudar sobre su identidad sexual. No sabe muy bien qué le pasa y sublima sus pesares a través de la religión: "Tur se está preparando para morir y la aparición de Ramallo supone un golpe muy fuerte. Descubre algo nuevo que va en contra de todo lo que había pensado hasta entonces", explica. El rodaje, que ha durado nueve semanas, se ha realizado en Mallorca, donde contaron con la intervención especial de los cantantes Maria del Mar Bonet y Llorenç Santamaria, y en Terrassa, donde la vegetación mediterránea de los pies de la montaña de Sant Llorenç del Munt les ha permitido conservar el ambiente. Desde aquí, y después del montaje, Passola y todo el equipo confían en presentar El mar en la próxima edición del Festival de Berlín.

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Amor y muerte en el sanatorio
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Sobre la firma

Cristina Galindo
Es periodista de la sección de Economía. Ha trabajado anteriormente en Internacional y los suplementos Domingo e Ideas.

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