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Entrevista:NUEVO SIGLO

"Perfección y emoción son incompatibles"

Ya sueña con la faena de su vida: convertirse en un torero de época capaz de convencer a crítica y público sin distinción de gargantas. Todas roncas de tanto aclamar.El próximo 3 de octubre cumple años. ¿Cuántos? "17, de verdad". El "de verdad" es pronunciado por el propio Juli con la mirada en el techo. Será verdad. A un lado del escurridizo asunto de la edad, Julián López Escobar luce un aplomo de correoso fajador. Recién comido, el diestro madrileño se enfrenta a su segundo compromiso en Santander; lo hará en cuanto acabe la entrevista. Entonces, se vestirá de luces y ante sus ojos se abrirá un enorme y eterno agosto sin pausa. Torea todos los días del mes y en dos jornadas, dos veces. Sobre la mesa quedan las migajas de un almuerzo que se antoja frugal. Antes, a la entrada del hotel, reciben al encargado de prensa (en efecto, el aluvión de entrevistas lo hace necesario), al padre y, de por medio, una nube de incondicionales entre aficionados devotos y quinceañeras con hambre de autógrafo, sonrisa, beso o lo que se tercie. El Juli es torero y empresa. Pregunta. Todo esto, ¿para qué, por dinero?

Respuesta. No. El dinero es una cosa fundamental, ¡qué duda cabe!, sobre todo para los que no hemos nacido demasiado afortunados. Siempre se busca. No es lo mismo nacer rico que hacerse rico. Es muy importante, pero no es lo más importante. P. ¿Qué es lo más importante?

R. La satisfacción de conseguir lo que siempre has querido y por lo que has luchado. Claro está que si lo consigues, eso conlleva que ganes dinero.

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P. ¿Torear agota tanto?

R. Si sales a torear como si fuera un trabajo, pues sí, cansa mucho. Te aburres, te mecanizas y no disfrutas. Si, por el contrario, sales a divertirte y para ti es una alegría salir a la plaza, pues termina por ser una cosa bonita que te ocurre todos los días. Es como un hobby del que disfrutas a diario.

P. No tiene un solo día libre y siempre de hotel en hotel. ¿Compensa realmente? ¿No echa nada en falta?

R. Al fin y al cabo, tener este ritmo es lo que siempre sueñas. Cuando hablo con compañeros que a lo mejor no torean tanto, está claro que cambiarían todo por torear lo que yo. Y no, no echo nada en falta. Tengo lo que he querido dentro de mis posibilidades. Además, conmigo están tanto una familia como unos amigos muy buenos... Quizá sí que echo en falta un poco de tiempo, pero ya vendrá cuando acabe la temporada.

P. ¿Qué tiene el toreo, además del dinero, para que valga tanto la pena?

R. Es la sensación más bonita que he tenido en mi vida. Y no únicamente en la plaza. Me gusta mucho torear solo en el campo. Esa sensación de torear sin pasión alguna, sólo para ti, sentir el toreo de verdad... En la plaza está el público. Tienes que gustarles a ellos y a la crítica. Cuando lo consigues, te llena de satisfacción. Pero, para mí, el sentimiento más hondo del toreo es en el campo, solo.

P. Pero, ¿qué es eso de torear?

R. La misión del toro es coger al torero. Es un animal, una fiera y su obligación está clara. El torero, por su parte, con inteligencia, tiene que esquivar las cogidas y, a la vez, crear arte, hacer cosas bonitas. Es así. Luego, claro, tienes que entenderlo, y eso se entiende o no se entiende. Como no lo entiendas a la primera, no te gusta, y como no te guste, es inútil... No sé, nunca me he puesto a convencer a nadie.

P. ¿En la mente de un matador de toros se encuentra la faena perfecta?

R. El toreo no es perfección. Es más sentimiento, naturalidad, chispa, que te salgan las cosas y, además, las sientas. La faena perfecta sería muy fría y, por tanto, no existe.

P. ¿Qué significa muy fría?

R. Que no hay emoción. Pasa en todo. Donde hay inspiración y emoción no existe la perfección. Perfección y emoción son incompatibles.

P. Hecho público hace poco, un informe del defensor del Menor de Madrid parece que desmiente todo lo que acaba de decir. Según él, la mayoría de los jóvenes lo único que ven en la fiesta de los toros no es ni emoción ni pasión: es aburrimiento.

R. Es lógico. Para entender del toro o de cualquier cosa hace falta tiempo. Yo antes sólo aguantaba dos minutos de un partido de tenis. Ahora, me los trago enteros. Lo mismo me pasó con el béisbol en México. Cuando terminas por conocer las reglas, te gusta; si no sabes lo que pasa, te aburres.

P. El mismo informe no encuentra hechos fundados que desaconsejen que los menores puedan asistir a corridas de toros.

R. Los niños hacen siempre lo que quieren y si un niño no quiere ir a los toros, un padre no le va a obligar nunca. Si le gusta es bueno para él. Que un niño haga lo que le gusta es bueno. Por otra parte, yo empecé a torear con 8 años y he estado toda mi vida rodeado de toros. La verdad, no me veo loco ni nada del otro mundo. Quizá estos informes son una forma de intentar acabar con la fiesta. Los toros se deben a la juventud, que son los aficionados del día de mañana. Quizá, esto sea un intento de acabar con los toros desde la base... Pero creo que es imposible acabar con la fiesta. P. ¿Cuál diría que es el estado de la fiesta ahora?

R. No es la mejor época. Ni es el momento en que la gente vaya más, ni es el tiempo en que haya más toreros con fuerza... Pero eso, es cosa de ponerse a discutir y no es el momento. Quizá la televisión ha influido mucho y una serie de cosas que terminan por cansar a la gente.

P. ¿El Juli lee las críticas?

R. Sí, y te ríes. Antes, al principio, al no tener experiencia, miraba la prensa para saber, más que nada, cómo había estado; luego, es diferente. Ante todo, uno tiene que salir satisfecho con lo que ha hecho.

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