Los castellanos son más formales
"Lo mío es un caso atípico", advierte Jesús Gumiel Montero, que cambió Guadalajara por Alicante hace siete años. "Normalmente, la gente de Castilla-La Mancha llega a la Comunidad Valenciana en busca de un trabajo, pero yo ya lo tenía y lo dejé porque a mi esposa le salió aquí una oportunidad de empleo", cuenta. Ahora se ha establecido como agente de seguros, lo que le permite definir a las gentes de estas tierras como "negociantes natos, pero con un punto de informalidad". Esa informalidad la nota Jesús, sobre todo, a la hora de quedar con alguien. "Me chocó mucho esa impuntualidad, quizá porque los de Guadalajara somos castellanos-castellanos, muy serios". Esta reflexión le lleva a otra: "nos cuesta hacer amigos, pero cuando los hacemos, son para toda la vida", lo que hace pensar que las amistades que Jesús y su mujer se han labrado en Alicante tienen buenos cimientos. Esa dificultad del castellano por hacer amigos ha podido vencerla Jesús con mayor facilidad en la Comunidad Valenciana, ya que asegura que "no cuesta integrarse, porque la gente es muy abierta". En Alicante, Jesús ha cambiado mucho de trabajo y las relaciones con sus compañeros y clientes "ha sido siempre perfecta". Viviendo en la Comunidad Valenciana, Jesús ha aprendido a tomarse la vida con tranquilidad. "Como Guadalajara está cerca de Madrid, bajamos mucho a comprar o incluso puede que tengamos allí nuestro trabajo, y vamos atacados. En Alicante, sin embargo, yo me noto mucho más relajado", señala. ¿Alguna diferencia más con otros ciudadanos españoles? Antes de venir, Jesús suponía que, dado que por las costas del Este español "ha entrado medio mundo", se presupone a los valencianos un carácter abierto. Así ha sido, pero no es una característica común a todas las comunidades autónomas orientales. "Estuve en Palma de Mallorca y, por decirlo de algún modo, noté que los mallorquines son menos españoles que los valencianos", argumenta. Un caso de simbiosis se ha producido en el ámbito culinario. "A los castellanos nos gusta comer de cuchara, es decir, nos gustan las comidas muy fuertes. De vez en cuando apetece un puchero o un buen plato de judías aunque haga calor", argumenta. Pero esa educación del paladar no le ha impedido a Jesús convertirse en un experto en paellas. "Los propios alicantinos se vuelven locos con mis arroces", afirma, aunque su debilidad es la fideuà. Y por esta zona ha descubierto algo que no conocía: los salazones. "Me parecen algo exquisito", valora, y añade: "en general, la Comunidad Valenciana tiene una gastronomía amplia y buena". Lo que más le gusta. A nivel del conjunto de la Comunidad Valenciana, Jesús encuentra a sus habitantes "abiertos y altruistas con el que viene a buscar trabajo y con el visitante". En su opinión, es una tierra con muchos recursos y posibilidades en el ámbito económico. El clima le resulta "perfecto", aunque se queja de que en verano hace demasiado calor. También le gusta el buen estado de las playas. Lo que echa de menos de Guadalajara. "El fresquito, la vegetación y las montañas". Lo que más le chocó al llegar. La manera de vivir aquí, que es mucho más informal. Jesús cree que es "debido a la luz", ya que el clima propicia que la gente viva en la calle. Así nos ve. A la vez que existe cierto sentir nacionalista, Jesús ve Alicante una ciudad al tiempo "impersonal, quizá porque hay mucha gente de fuera". En su opinión, los valencianos son "alegres y dicharacheros y amantes de sus fiestas tradicionales".
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