Emoción y pitanza en la Alpujarra
Para vivir emociones fuertes, este fin de semana hay que ir a La Alpujarra. En sólo dos días nevará en agosto, se puede tocar la zambomba con los Reyes Magos, asistir a un concierto de música tradicional, ser mortificado por el diablo, participar en la procesión más corta de España y atracarse de puchero de garbanzos. Y todo gratis. La Alpujarra es diferente. Y se esfuerza por demostrarlo en sus fiestas y tradiciones. Ocho pueblos de la comarca las celebran este fin de semana. El Festival Tradicional de la Alpujarra alcanza en la edición que se celebra este fin de semana su mayoría de edad. Son ya 18 años de encuentros, de músicas populares y nostalgias hechas presente. Mantener vivas las raíces de una de las comarcas que más ha mimado sus costumbres ancestrales es uno de los objetivos de este festival, promovido por la asociación cultural Abuxarra. Pero hay otra pretensión más noble aún en este festival: hermanar a almerienses y granadinos como miembros de una misma comarca. La localidad granadina de Yegen fue, en 1982, la primera sede de este festival. La propia vocación del festival, lleva a que cada año se cambie el escenario, alternándose las sedes entre Almería y Granada. Este año los anfitriones serán los vecinos del municipio almeriense de Paterna del Río (363 habitantes). La fiesta, que se inicia el sábado, durará dos días y participarán más de una veintena de grupos de música tradicional de la comarca. No faltarán las exposiciones de artesanía, ni las muestras de agricultores y productores de vino o el amistoso enfrentamiento que mantienen los viejos troveros sobre el escenario. Más de 20.000 personas se citarán en Paterna del Río para testimoniar que la memoria de los pueblos no muere. Bérchules vive mañana la Noche Vieja en plena canícula. Un apagón de doce horas impidió a los 900 vecinos de este pueblo granadino comerse las uvas el 31 de diciembre de 1995 y decidieron volver a despedir el año en agosto, cuando muchos emigrantes retornan de vacaciones. La anécdota ya es tradición. Este año se repartirán seis mil bolsas de cotillón y uvas. Se cantarán villancicos con zambomba y pandereta. Y, a las doce en punto, los meteorólogos de la zona tienen prevista una nevada artificial. El jaleo de fechas y estaciones ha despistado hasta a los propios Reyes Magos, que a las 18.00 recorrerán las calles del pueblo cargados de regalos. La madrugada del sábado al domingo tampoco se dormirá en Juviles. Se rinden homenaje a la Virgen del Rosario. El baile durará hasta el alba, con serenatas, parodias y las tradicionales carreras de cintas de caballos. Antes, a las 19.30, en honor a San Marcos, Carataunas celebrará la procesión más corta de España: apenas cuatrocientos metros por las calles de la pequeña localidad. "Si siguiéramos andando nos meteríamos en otro pueblo", asegura su alcalde, Salvador Rodríguez. Carataunas tiene apenas 221 habitantes, de los que la mitad son extranjeros procedentes de 15 países que llegaron a la Alpujarra buscando su tranquilidad. Ya el domingo, desde las 10.00, Pórtugos organiza la fiesta de la parva, en la que el trigo se trilla en las eras a la antigua usanza con mulos. A medio día, para reponer fuerzas, el Ayuntamiento repartirá 1.000 raciones de puchero de garbanzos acompañado con pringada, vino de La Contraviesa y música. Habrá pitanza también en Polopos y Cástaras. El primero de estos pueblos ha organizado una sardinada y un concurso de tortillas, y, el segundo, una paella monumental antes de sacar en procesión a la Virgen de Fátima. Durante el fin de semana Capileira será un infierno. Jóvenes ataviados como diablos tomarán el pueblo y obligarán a vecinos y visitantes a purgar sus penas con una moneda si no quieren ser mortificados con el zapeo, una especie de látigo hecho con trapos. El domingo, estos mismo demonios protagonizarán el Entierro de la zorra, una alimaña pirotécnica moldeada con papel y cebada con pólvora. Este fin de semana no es posible aburrirse en la Alpujarra.
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