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Un búnker informático

A cinco meses del año 2000, la Casa Blanca también está dominada por la fiebre milenarista. Pero más que las profecías apocalípticas de Nostradamus, o la versión del modista Paco Rabanne, lo que preocupa en el principal centro de poder del planeta es la amenaza de graves trastornos en todo tipo de servicios a causa del efecto 2000 en los ordenadores. Tan en serio se toma la Casa Blanca este asunto que ayer informó al Congreso de Estados Unidos de que está construyendo un búnker en Washington desde donde se coordinarán las respuestas a las posibles crisis provocadas por la incapacidad de muchos programas de ordenador para distinguir el año 2000 del 1900, al trabajar sólo sobre los últimos dos dígitos.El fortín, que se está instalando en uno de los edificios del Servicio Secreto, la guardia pretoriana de la presidencia, en Washington, cumplirá las mismas funciones que la Sala de Guerra del Pentágono, ese espacio decorado con mapas electrónicos y ordenadores reproducido cientos de veces por Hollywood. Según contó ayer a los congresistas John Koskinen, jefe del Consejo Presidencial para el Año 2000, el búnker funcionará desde el 31 de octubre hasta junio del año próximo. Su nombre será Centro de Información y Coordinación para el efecto 2000 (ICC).

En él trabajarán los mejores expertos en informática de EE UU y especialistas civiles y militares en situaciones catastróficas. Todos los sistemas informáticos del Gobierno federal estarán conectados a terminales del búnker, para que los expertos puedan resolver algún posible crash provocado por el efecto 2000 o enfrentarse a ataques de los piratas del ciberespacio. Numerosas redes de ordenadores de las autoridades de EE UU, desde las que regulan el tráfico hasta las que guardan información policial, se conectarán con el ICC. La fortaleza, que será el mayor espacio de control informático jamás construido, recibirá asimismo información del Centro de Cooperación Internacional sobre el efecto 2000 puesto en pie por Naciones Unidas y el Banco Mundial.

En su intervención en el Capitolio, Koskinen, el exorcista de Clinton para lo que en EE UU se llama problema YK2, informó de que la Casa Blanca ha solicitado a las empresas privadas que proveen servicios claves para la comunidad, como las telefónicas, las eléctricas, las energéticas y las financieras, que acepten vincular sus sistemas con el búnker. Pese a los temores sobre la conversión del ICC en una especie de Gran Hermano, Koskinen señaló que la respuesta del sector privado ha sido positiva. "Se trata", dijo, "de prepararse para emergencias que puedan afectar gravemente a los intereses de EE UU".

"No será el fin del mundo, pero puede haber problemas", declaró el pasado marzo el senador Robert Bennett al presentar el informe de la Cámara alta estadounidense sobre el efecto 2000. La ponencia precisó que, aunque ya se ha avanzado mucho en la solución del problema, los norteamericanos deben prepararse para el próximo cambio de año "como lo harían de cara a un huracán, almacenando alimentos enlatados y agua embotellada". Y, aunque subrayó que no cabe esperar serios trastornos en las instituciones financieras de EE UU, recomendó a los clientes guardar sus extractos de cuentas.

El informe del Senado señaló que los aeropuertos, el transporte marítimo y los hospitales pueden ser los sectores que registren más problemas. Pero, según Bennett, la principal amenaza para EE UU procede de la falta de preparación de sus socios y aliados, entre ellos una potencia comercial como Japón o productores de petróleo de la talla de Venezuela y Arabia Saudí.

Numerosas instituciones de EE UU ya están listas para superar los primeros días del 2000. Los agentes de la CIA dispondrán de abundante dinero en efectivo por si fallan los sistemas bancarios, y, según ha informado su presidente, Alan Greenspan, la Reserva Federal tendrá listos 200.000 millones de dólares (31 billones de pesetas) en billetes, un tercio más de lo normal, para hacer frente a cualquier eventualidad.

La puesta en pie del búnker supone un ensayo general para el Centro de Ciberdefensa Nacional contra piratas informáticos ordenado por Clinton en una directiva de mayo de 1998. El miércoles, la Casa Blanca dio cuenta de la elaboración de un plan a largo plazo para proteger a la superpotencia frente a asaltos de fuerzas enemigas. El anuncio de este plan, que concede al FBI un papel líder, ha despertado preocupación sobre posibles amenazas a la privacidad y las libertades individuales.

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