Almunia roza la unanimidad
Rodríguez Ibarra afirma que en el PSOE no es posible "convivir en paz"
Los socialistas votaron en secreto: 175 miembros del comité federal lo hicieron a favor, 9 en blanco y una papeleta fue anulada. Los blancos, sinónimo de rechazo, pertenecen a los miembros de Izquierda Socialista y a algún crítico, previsiblemente del sector guerrista, aunque ese grupo casi en su totalidad votó a favor, a pesar de mostrar sus discrepancias con la actual dirección y con el propio Almunia, sobre todo por la manera de conducir la vida del partido.Ahora bien, todos se comprometieron a trabajar para que Almunia gane las elecciones, objetivo que los socialistas consideran posible después de su avance en las elecciones municipales, autonómicas y europeas del pasado 13 de junio. Fue un comité federal relativamente plácido, por las muestras de apoyo que Almunia recibió, aunque hubo inquietud e incluso consternación, según testimonios de numerosos miembros que asistieron a esta asamblea, ante la intervención dura y doliente del presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra.
Almunia no estaba para entrar en cuitas internas, sino que se limitó a extender la mano "a todos cuantos quieran colaborar en poner en marcha el proceso para ganar las elecciones".
El secretario general reivindicó los valores que defienden los socialistas desde hace 120 años, pero apostilló que el PSOE es un partido de gobierno y, para estar en esa situación, su mensaje no es sólo para los militantes y para los votantes seguros, sino que tiene que calar y convencer "a muchos millones de españoles más".
El secretario general agradeció "la generosidad" de José Borrell y el "gesto ético" del que fue vencedor de las elecciones primarias al haber dimitido pese a que él mismo y toda la ejecutiva le insistieron en que no lo hiciera. Borrell le había ofrecido previamente toda su lealtad "Me hubiera gustado que el consenso hubiera sido total, porque esa palabra no puede ser algo hueco", dijo Borrell, según narran asistentes a esta reunión, celebrada a puerta cerrada a excepción del discurso final de Almunia.
El ex candidato pidió a su sustituto que "haga suyos los deseos que manifestaron" quienes le votaron a él. Un toque ideológico señaló Borrell al pedir que el PSOE, para ganar las elecciones, no sólo debe ganarse la confianza de las clases medias, sino también "de los excluidos y los trabajadores". Fue muy aplaudido.
También recibió aplausos Juan Carlos Rodríguez Ibarra, aunque menos generalizados. Las consideraciones más impactantes del político extremeño tuvieron que ver con la situación interna del partido. En el último comité federal ya había advertido de que, si no había integración, a algunos no les quedaba más camino que irse a su casa o formar una corriente. "Yo no puedo arrastrar a mi federación porque eso sería deshonesto y desleal, por lo que sólo me queda irme. Y lo haré en el próximo congreso regional extremeño, porque no hay condiciones para convivir en paz en este partido. Así que soy un nuevo cadáver en la lista", aseguran que dijo. Pero lo que siguió sugiere que no abandona la política. "Lucharé por un partido con identidad propia, federal, con un proyecto común, y no por la suma de territorios, como es ahora", dijo. El presidente extremeño criticó a la ejecutiva por dejar hacer a las federaciones a cambio de conseguir su apoyo.
Cierre de heridas
En su discurso, el presidente extremeño, que dijo que hablaba sólo en nombre de su federación, mostró el malestar que siente porque su propuesta de integración -"para cerrar las heridas y contener la hemorragia interna"- incluía una reunión entre Felipe González y Alfonso Guerra, "los dos referentes más importantes del socialismo en España, y eso no ha sido posible". Para desconcierto de algunos, Rodríguez Ibarra se comprometió, no obstante, a trabajar como nadie por que en su región Almunia obtuviera un abultadísimo apoyo en votos. Tras esta intervención hubo interpretaciones para todos los gustos, incluida la de que el político extremeño podía haber pensado ya en encabezar una corriente de opinión.
Pero no parece que en la reunión que en la noche anterior tuvieron varios dirigentes guerristas se hubiera llegado a una conclusión cerrada con la única excepción de la que había que votar a Almunia, porque lo primero es mostrarse unidos frente al PP y contribuir a ganar las elecciones.
Como muestra, el discurso del presidente del PSE-PSOE, Txiki Benegas. "Hablo en nombre propio y quiero decir que voy a apoyar a Almunia", empezó Benegas, que pasó a los aspectos críticos que le hacen discrepar con la ejecutiva. Mucho tiene que ver con el "desenlace" del anterior congreso, en el que los guerristas y él mismo fueron excluidos de la dirección, aunque Rodríguez Ibarra recordó que él no está en la ejecutiva porque no quiso, ya que a él sí le ofrecieron entrar. Benegas sugirió que todo tenía arreglo en aras de la unidad si se procura la "cohesión de todos en torno a un proyecto político mayoritario". "No se trata de obtener cargos, sino de que todos nos sintamos cómodos y útiles", afirmó Benegas. El político vasco también habló de aspectos de política general, pero precisó que de eso habría que debatir en el marco del programa electoral y no antes.
Los representantes de Izquierda Socialista, grupo que votó en contra, Manuel de la Rocha y Juan Antonio Barrio, sí hablaron de ideología. De la Rocha, después de resaltar cualidades de Almunia, le espetó que había optado por la Tercera Vía de Tony Blair frente a la "izquierda más plural" del francés Lionel Jospin. "Situarse con Blair puede hacer que el millón de votos de Izquierda Unida se queden en la abstención", dijo. Pero al final, cuando Joaquín Almunia fue proclamado, el aplauso que se escuchó fue estruendoso.
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