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El hijo de El Marciano honra su nombre

Pocos le consideraban al empezar la temporada. Se hablaba de Doohan, sobre todo, y también de sus delfines de 1998, Crivillé, Biaggi y Checa. Sin embargo, dos victorias en las primeras carreras bastaron para que Kenny Roberts aparcara el añadido de júnior que le identificaba como hijo del legendario tricampeón mundial y se convirtiera en protagonista. Ahora, aunque distante, es el enemigo más peligroso de Àlex Crivillé y el único que le ha derrotado este año.Cuando su padre aterrizó en el Mundial, a finales de los setenta, para empezar la hegemonía estadounidense en la categoría reina, muchos recuerdan a Kenny hijo, quien la semana que viene cumplirá 26 años, como un niño simpático que corría por los circuitos haciendo travesuras. Era la época en que a su padre se le conocía como King Kenny, o también como El Marciano, pues su dominio de la técnica del derrapaje con la moto de 500 no se había visto antes.

Ahora el padre ha pasado a ser Kenny Roberts senior, por arte y gracia de los éxitos de su primogénito. El muchacho, que este año por primera vez corre alejado de la tutela paterna, sorprendió a todo el mundo colocándose como primer líder del Mundial. Después no pudo evitar el despegue de Crivillé, pero ahora todos le respetan. "Los resultados de este año no son una sorpresa para mí", aclara con esa suficiencia tan californiana. Sin embargo, no hay chulería en sus palabras. Es un tipo afable, sin ínfulas de estrella. Vive en Sitges junto a su novia Ro y le encanta comprar en el El Corte Inglés.

"Desde pequeño he tenido de todo, pero creo que no he sido un chico malcriado", explica. "He convivido con los mejores pilotos que venían a entrenar en los terrenos del rancho de mi padre". Todo muy natural, igual que la suavidad con que conduce la moto, aprendida tras pasarse horas no sólo junto a su padre, sino al lado de Rainey, Mamola o Lawson.

Hubo un tiempo en que se le consideró un enchufado de su padre. Él lo sabe y ahora se está desquitando: "No tengo que demostrar nada. Yo sé lo que he trabajado, y hay gente que ahora debe arrepentirse de pensar o decir algunas cosas sobre mí". Ahora se ha convertido en asiduo del podio, y el domingo en Alemania se vio que puede ser un enemigo duro de roer para Crivillé.

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