Un patrón blindado
Lance Armstrong vive agobiado por la presión y la desconfianza de la prensa
A la derecha, arriba, de la verja, un cartel, en francés: "Prohibidos los perros". A la izquierda, una portezuela da acceso al centro deportivo de Saint Etienne donde esa noche se aloja el US Postal. Dos periodistas hablan con el portero. "Imposible", se le oye decir al guardián. "Nos han dado órdenes estrictas de que no entre ningún periodista". Discusiones. Al grupo se acerca, atraído por el vocerío, Mark Gorski, que resulta ser el gerente general del equipo norteamericano encabezado por el líder del Tour, el tejano de Austin Lance Armstrong. "¿Qué quieren?", pregunta abruptamente. "Pues ver a Armstrong". "Pues no se puede, porque está cenando. Y aunque no estuviera ocupado, tampoco. Si quieren entrevistarle, necesitan una cita. Pero la lista está cerrada". Espera. Un cuarto de hora después sale un miembro del equipo. Un conocido. "Así estamos", dice. "Blindados. Tal como está la prensa francesa con Lance, lo mejor es aislarse. No puede estar respondiendo todos los días a lo mismo, empapándose de las dudas que todo el mundo parece querer crear con sus éxitos. Estamos en tal situación que cualquier desliz, cualquier detalle no controlado sería fatal".Armstrong, aislado, no se entera apenas. Sólo cuando le sueltan solo a cualquier entrevista rápida de las televisiones y ve que la pregunta que tiene el entrevistador en los labios siempre comienza por dopaje se percata de qué Tour está corriendo. Entonces se pone duro. Mira fijo. Y responde que pasen de él. Pero si se dedicara, y tuviera tiempo, todos los días a leer todo lo que se escribe, seguramente lo pasaría tirando a mal. Su exhibición en Sestriere despertó en muchos, incluidos los ciclistas franceses, la típica sonrisa de entendidos. Siguieron más insidias. Alguien dijo que el tratamiento que seguía contra el cáncer que le costó un testículo hace dos años y medio incluía productos dopantes. Otro se extrañó de que después del cáncer escalara lo que antes no subía, contrarrelojeara lo que antes no sabía. Uno pidió que hiciera públicos sus informes médicos. La UCI saltó a la palestra defendiendo su honorabilidad. El equipo se vio desbordado, y ha salido de su explicación de que las causas del éxito radican tanto en el trabajo, el orden y el sacrificio del americano, como en su coraje, en su ambición y en el sentido único que dan a la victoria los americanos. En una segunda oleada, los intervenientes han sido los científicos. Expertos oncólogos han afirmado que no tiene nada de sorprendente su recuperación porque el cáncer de testículos es prácticamente controlable al 100%. Lawrence Einhorn, el oncólogo de la Universidad de Indiana que le trata, ha tenido que hablar para decir que ni ahora toma productos dopantes para controlar su enfermedad y que el cáncer no surgió por la toma de productos dopantes. "Sólo toma vitaminas", dice su médico.
La prensa duda; el público no sabe qué pensar. Y sus compañeros creen en él.
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