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FÚTBOL Final de la Copa América

Será por un milagro, o quizá por penaltis

Si es verdad que la historia se repite, esta vez será como farsa. Brasil ganó todos sus partidos hasta ahora; Uruguay, sólo uno, frente a la cenicienta Venezuela. Brasil es el equipo más goleador del torneo, Uruguay se clasificó como mejor tercero de su grupo después de perder 0-2 con Argentina, y eliminó a Paraguay en cuartos de final y a Chile en la semifinal tras empatar los dos partidos y por penalties. Así llegaron hasta hoy, cuando deben enfrentarse (23.30, TVE-1) en Asunción, capital de Paraguay, por la final de la edición número 39 de la Copa América.Brasil es el candidato, el favorito, el equipo de las estrellas, el que tiene en ataque a tres de los cinco delanteros más cotizados del mundo, los goleadores de la Liga española, Rivaldo, y de la italiana, Amoroso, además del goleador de la Copa que disputa, Ronaldo. Y todavía sienta en el banco a Ronaldinho, la estrella que asoma. El conjunto que ahora entrena Wanderley Luxemburgo no funciona como tal. Luxemburgo trata de imponer su personalidad sobre la de quienes se sienten intocables, como Ronaldo, y tiene problemas de relación con las figuras destacadas. Brasil resuelve los partidos por la calidad individual de los jugadores, pero le falta el vuelo creativo, el brillo estético, la belleza de movimientos que siempre distinguió al fútbol brasileño. ¿O es que tampoco hay más de eso ni siquiera en Brasil?

Víctor Púa, el entrenador de Uruguay, que se destacó con los juveniles y llegó a dirigir a la selección de mayores porque no había quien se hiciera cargo, advirtió desde el comienzo de que la competición por la Copa América serviría como "un banco de pruebas" de jugadores jóvenes. Púa sigue el plan trazado por el argentino Daniel Passarella, que le reemplazará inmediatamente después de terminado el torneo. A medida que el equipo superaba las fases previas, Púa y el propio Passarella se entusiasmaron con la posibilidad de ganar la Copa América, pero contienen el entusiasmo propio y ajeno, y recuerdan a todos que "el objetivo era ver jugadores, darles competición internacional seria a los que se destacaban en el torneo local y elegir a cinco a seis para luego trabajar con ellos para las próximas eliminatorias de la Copa del Mundo. "Los muchachos respondieron, ahora estamos en la final y haremos todo lo posible por ganarla; en la cancha somos once contra once. Como todos saben, éste es un clásico suramericano con historia...", dice Púa.

Hay una historia, claro. La que ronda como un sueño o una pesadilla, según quien la evoque. El 16 de julio de 1950, en la final de la Copa del Mundo de ese año disputada en el impresionante estadio Maracaná, de Rio de Janeiro, la selección de Brasil se disponía a ganar en casa su primer título mundial. La final era contra Uruguay. El equipo brasileño se presentó con Barbosa, Augusto y Juvenal, Bauer, Danilo y Ferreira, Friaca, Zizinho, Adhemir, Jair y Chico. Las máximas figuras de entonces, las que habían goleado a Suecia y España en la fase previa. Por Uruguay jugaban el portero Máspoli, González y Tejera, Gambetta, Obdulio Varela y Rodríguez Andrade, Ghiggia, Pérez, Miguez, Schiaffino y Morán. A los dos minutos de la segunda parte Friaca marcó el 1-0, Brasil ya estaba en ventaja, en el Maracaná se desató el carnaval, Brasil no podía perder, era campeón del... Gol uruguayo, empate, Schiaffino a los veinte minutos. Silencio. Gol uruguayo, Ghiggia a los 38 minutos, a siete del final. Nos son más de quince o veinte los gritos que se oyen en el inmenso campo. Uruguay era el campeón del Mundo.

Hace dos días se cumplieron 49 años de aquel triunfo histórico incorporado para siempre a la leyenda del fútbol mundial como El maracanazo. Los jóvenes uruguayos invitaron a Roque Máspoli, de 81 años, el portero de entonces, a celebrarlo con ellos en la concentración de Asunción. Todos los jugadores, entre los que han comenzado a destacar el portero Carini, el mediocampista Fleurquin, y los delanteros Zalayeta y Magallanes, son los que sueñan con que la historia se repita. Pero si sucede otra vez será por un milagro. O por penaltis.

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