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El economista de las arcas de Barcelona

No era una persona a la que le gustara figurar, no era amigo de aquello de salir en la foto, pero el alcalde de Barcelona, Joan Clos, y el primer teniente, Xavier Casas, no dudaron en afirmar que Josep Marull, el gerente del Ayuntamiento que falleció el pasado viernes, era el auténtico "ingeniero" de las cuentas municipales. Eso sí, siempre desde un discreto segundo plano. Marull, que falleció después de una larga enfermedad, fue el artífice del remonte de Barcelona cuando los más agoreros pronosticaron que tras las alegrías de los JJ OO -que supusieron un fuerte endeudamiento paras las arcas municipales- la ciudad caería en un período de decadencia y de vacas flacas, tal como ocurrió tras la Exposición Universal de 1929. Pero no fue así. Y buena parte del mérito de ello ha sido atribuido a Marull por muchas personas que han trabajado con él estrechamente desde su incorporación a la gerencia del Ayuntamiento, en 1991. Economista, en 1965 fue nombrado secretario técnico del Ministerio de Trabajo. Cuatro años después fue nombrado director financiero de Tabasa y en 1972 ocupó la subdirección general del Banco Industrial del Mediterráneo hasta 1982. Entonces se incorporó como gerente al Instituto Municipal de Asistencia Sanitaria (IMAS). En 1988 ocupó la gerencia del Consorcio Hospitalario de Cataluña y en 1991 asumió la del Ayuntamiento de Barcelona. Clos, que el viernes apenas podía hablar cuando comunicó la noticia del fallecimiento de Marull al finalizar el pleno, comentó que la mayor virtud del gerente era que no engañaba nunca. Si algo era factible, impulsaba el proyecto. Pero si era irrealizable, también lo decía a las claras. La ex teniente de alcalde Eulàlia Vintró, de Iniciativa per Catalunya-Verds, se refirió a Marull con gran cariño en su discurso de despedida del consistorio. De él destacó la franqueza y la honestidad en el trabajo. Su manera de llevar las finanzas municipales sin duda tuvo claros efectos en la gestión de los políticos, primero Pasqual Maragall y después Joan Clos. Pero de Marull dicen los que le conocían bien que nunca quiso ponerse medallas y que tenía muy clara la barrera entre el papel de protagonista de la película, que otorgaba al político, y el suyo, que, pese a ser el director de escena, sólo salía en los títulos de crédito.

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