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OCIO

El laberinto de maíz de Alcalá abre sus puertas a los visitantes

Luz, una niña que ayer cumplía nueve años, y sus cinco amiguitos, de entre siete y once abriles, parecían ser los únicos que no acusaban el intenso calor que caía a plomo ayer por la mañana sobre El Valle del Laberinto, un nuevo complejo de ocio situado a las afueras de Alcalá y basado en un dédalo de plantas de maíz con siete kilómetros de pasillos. Se divirtieron de lo lindo. Los otros visitantes matutinos resoplaban acalorados sin atreverse a profundizar en el maizal en el día de su inauguración."Al parque le falta algo, está como a medio hacer. Sobre todo, fuentes donde beber y refrescarte. No hemos llegado al centro del laberinto, hacía demasiado calor", decía Eduardo, que había ido desde Madrid con su mujer y su hija de 12 años. "En una revista leímos que el maíz tenía 2,5 metros de alto, y de eso nada. Es difícil perderte, pero puede ser divertido sin este calor. Volveremos en septiembre", añadió su mujer, María del Prado. Los amigos de Luz sí se perdieron. "Hemos dado un montón de vueltas para llegar a este círculo de aquí, es difícil sin hacer trampas", decía Arturo, de siete años, señalando el mapa del laberinto, basado en un boceto del siglo XVII y habitado por gnomos y hadas. Con lo de "trampas" se refiere a no salirse de los caminos y buscar la salida -que cualquier adulto distingue por encima del maíz- cruzando entre las plantas.

El complejo cuenta con un establo con relucientes corderos y cabras, gallinas criando y un burro para el disfrute de niños de ciudad. La tercera atracción son las aves rapaces. El águila real -francesa y criada en cautividad- luce toda su majestuosidad en las demostraciones de vuelo cuando el cetrero la suelta desde lo alto del cerro en el que se ha instalado un mirador para contemplar el dédalo a vista de pájaro.

El Valle del Laberinto, kilómetro 34 de la N-II, trenes cada 30 minutos desde el centro comercial La Dehesa. Entradas: 1.250 pesetas; niños de tres a ocho años, 850. De 10.00 a 21.30.

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