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Detenido un hombre acusado de robar de noche en 24 pisos ocupados

Era un ladrón escurridizo, casi una silueta. Siempre actuaba en noches de intenso calor y entre la oscuridad. Aprovechaba que las ventanas estaban abiertas para desvalijar con sigilo casas y chalés, pese a que dentro dormían sus inquilinos, según la Jefatura Superior de Policía. El acusado, Danijel B., de 24 años, conocido con el sobrenombre de La Sombra, fue atrapado el pasado lunes. Junto a él fueron detenido sus dos compinches: Roberto B., de 35 años, y María Begoña F. D., de 25. La policía les imputa al menos nueve robos en Aranjuez y 15 en Madrid. En la operación se han recuperado joyas, ordenadores, alhajas y teléfonos móviles. El botín requisado asciende a 20 millones de pesetas, según los investigadores.

La policía recibió las primeras denuncias en el mes de mayo. Los delincuentes robaban los objetos de valor con enorme sigilo. Los inquilinos ni se despertaban. Para los afectados, la sorpresa llegaba a la mañana siguiente.

"Entraron en mi casa por el salón", dijo ayer uno de los afectados, vecino de Aranjuez. "Estuvieron en el salón abajo mientras nosotros dormíamos arriba", agregó.

Los ladrones trabajaban siempre entre las dos y las cinco de la madrugada. A veces también entraban en viviendas situadas en el primer piso del bloque.

Según las investigaciones policiales, Danijel era el escalador, mientras que su cómplice Roberto ayudaba en los primeros tramos, dada su elevada estatura y sus 100 kilos de peso; María Begoña se limitaba a trasladarles en su coche a los lugares donde cometían los delitos.

En uno de sus últimos robos, La Sombra resbaló. Una de sus víctimas le descubrió y pudo ver el coche en el que huían. Los agentes localizaron a los sospechosos en un piso alquilado situado en la calle de Santa Inés de Aranjuez.

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El pasado lunes, la policía esperaba a Danijel y a su presunto compinche en la puerta de la casa. Allí fueron detenidos cuando llegaban cargados de joyas y relojes obtenidos en su último robo. En la casa había relojes, plumas y bolígrafos de oro, 155 juegos de consola, discos compactos, monedas de plata de colección, seis teléfonos móviles y una cámara de vídeo. Uno de los ordenadores personales pertenece a un empresario que tenía almacenada la contabilidad de su empresa, mientras que el otro es de una licenciada que había escrito en él su tesis doctoral, que estaba a punto de leer en Italia.

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