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De victorias pírricas y resistencias al cambio

Todavía resuenan los ecos de la noche del 13 de Junio pero el paso de los días y algunos interesantes artículos de opinión que han precedido a estas rayas coadyuvan a que la justa ira y la petición de responsabilidades se abran paso. En el conjunto del Estado, tal vez el recurso a la "derrota dulce" pueda tener alguna justificación aunque sólo sea porque los resultados globales dan pie a pensar que en las próximas generales la cosa puede tener más emoción, sobre todo si los magníficos resultados de Cataluña acaban por situar a Pasqual Maragall en la Generalitat. Si ello es así -como fervientemente deseo- es probable que los vientos cambien y que la ola cambie de signo para desesperación de ese personaje cuyos múltiples y evidentes complejos de inferioridad los suple con dosis de chulería insufribles. Decía que en el conjunto del Estado uno puede ser más comprensivo aunque una limpieza, centrifugado y renovación de la ejecutiva serían altamente deseables. Sin embargo en esta "trista i dissortada terra nostra" cualquier referencia a dulces derrotas sólo puede provocar la ira. Después de ser la Comunidad Autónoma donde la victoria del PP ha sido más contundente con mayorías absolutas en la Generalitat y las tres capitales de provincia y después de haber perdido posiciones en la estratégica plaza de la ciudad (!!!sumen, por favor los votos de PSPV y EU en el 95 y ahora ¡¡¡) la cosa no está para paños calientes. La izquierda ha retrocedido y ni tan sólo consuela la consolidación del "cinturón rojo" de L"Horta que despierta la fútil esperanza de "controlar" el Consell Metropolità de L"Horta (ya hablaremos de ello ). Ni tampoco la recuperación de algunas ciudades intermedias o el éxito de Elx. Alguien debe tener la culpa y aquí parece que no haya pasado nada. Gestoras provisionales que se mantienen, candidatos autonómicos que "emplazan" a negociar al vencedor tras una lamentable campaña llena de tópicos y carente de ese "buen fundamento" tan popularizado por Karlos Arguiñano. Y el gran padre protector de los perdedores y artífice de no pocas tropelías preelectorales, Don Ciprià, arengando a las masas a conquistar las barricadas de las próximas generales sin detenerse en menundencias. Pues no, estoy encantado de discrepar. Urge un congreso extraordinario y, quizá más que eso, un "mea culpa" que se oiga en la Penyagolosa y voces, muchas voces, que en lugar de tirar la culpa a los ciudadanos en el más puro estilo Anguita pongan las cosas en su sitio. La lástima es que ni con los mimbres que hay se pueden hacer grandes cestos ni creo que esta pataleta haga pestañear a Juana Serna y compañía y más viniendo de un "independiente". Pero, ¿realmente creen que vamos a continuar apoyando la ineptitud para "acortar distancias" en el 2003 ? ¿No piden demasiado? Como decía el pasado domingo 20 de junio mi amigo Joan Alvarez "son felices pero no nos ven".

Josep Sorribes es profesor de la Universidad de Valencia

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