Digo vivir
Porque vivir se ha puesto al rojo vivo./ (Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)/ Digo vivir, vivir como si nada/ hubiese de quedar de lo que escribo./ Porque escribir es viento fugitivo,/ y publicar, columna arrinconada./ Digo vivir, vivir a pulso, airada-/ mente morir, citar desde el estribo./ Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,/ abominando cuanto he escrito: escombro/ del hombre aquel que fui cuando callaba./ Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra/ más inmortal: aquella fiesta brava/ del vivir y el morir. Lo demás sobra. Laura,/ paloma amedrentada,/ hija del campo, qué existencia ésta,/ dices, con el hijo a cuestas/ desde tus veinte años,/ tres años en la Maternidad/ fregando los suelos,/ por caridad/ (por caridad, te dejan fregar el suelo),/ ahora en la calle/ y entre mis brazos,/ Laura/ te amo directamente,/ no/ por caridad,/ estás cansada/ de todo,/ de sufrir frío,/ de tu pequeño acordeón/ entre las piernas,/ del desamor,/ pero no olvides/ (nunca),/ yo te amo directamente,/ y no/ por caridad.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.