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La izquierda italiana sufre una contundente derrota en la segunda vuelta de las elecciones locales y provinciales

El ex comunista Partido de los Demócratas de Izquierda (PDS) sufrió el domingo, en la segunda vuelta de las elecciones administrativas italianas, una de las derrotas más graves de los últimos tiempos. En la aciaga jornada, en la que estaban convocados a las urnas 20 millones de italianos para elegir alcaldes en 107 ayuntamientos y juntas en 32 provincias, además del Gobierno de la Región de Cerdeña, el PDS perdió la alcaldía de Bolonia y la de Arezzo. La derrota no reside tanto en el número como por el alto valor simbólico de las pérdidas. Así, la derrota en Bolonia, la ciudad roja por excelencia de Italia, supone el fin de una tradición ininterrumpida de más de 50 años de alcaldes comunistas o diesinos. "Es una dura derrota", declaró de madrugada Walter Veltroni, secretario general de La Quercia -La Encina-, el nombre con el que se denomina coloquialmente al PDS. Silvia Bartolini, de 39 años, candidata de un partido que abandonó en 1991 el ideario comunista transformándose en una formación socialdemócrata, obtuvo el 49,3% de los sufragios frente al 50,7% de su adversario, Giorgio Guazzaloca, un carnicero independiente apoyado por la coalición de centro-derecha, el Polo. Massimo D"Alema, el jefe del Ejecutivo y hasta hace unos pocos años líder del antiguo PCI, hoy PDS, reconoció que el resultado, "pese a que la izquierda sigue manteniendo la hegemonía en los ayuntamientos y provincias", exige "una profunda reflexión" en el seno del partido. Otras voces en el entorno de la izquierda relacionaron la pérdida de Bolonia como una directa consecuencia de la decisión, recientemente declarada por el Gobierno de centro-izquierda, de recortar las pensiones. En general, los resultados del domingo penalizan decididamente al centro-izquierda que gobierna Italia desde abril de 1996 y al sistema democrático en general, ya que la abstención fue con diferencia el partido más votado, con un 58,3% de electores ausentes de las urnas.

Además de Bolonia, la izquierda perdió Arezzo, una importante ciudad toscana y otro baluarte rojo con un historial de medio siglo de alcaldes comunistas, mientras caía en manos del Polo la junta provincial de Milán. En números redondos, el centro-izquierda se impuso en cinco de las diez capitales de provincia en las que las elecciones europeas del 13 de junio pasado no habían establecido un vencedor absoluto.

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